¡Por fin! Brillan las Estrellas

¡Por fin! Brillan las Estrellas

Después de casi cincuenta y un años sin como se dice en términos beisboleros “ver a linda”, el equipo de las Estrellas Orientales representantes de San Pedro de Macorís, logran su tercera corona después que se instauró la pelota profesional en el país. En su primera corona ganada en el estadio de La Normal, este equipo tenía un jugador sepia de nombre Gerald Thorne, creo de nacionalidad panameña, que conectó el único vuelacercas que traspasó las dos cercas del estadio, la del diamante y también la perimetral que estaba bien distante de la primera.
En la corona obtenida en el año 1968, el último juego fue el día de la Altagracia, el 21 de enero, donde el lanzador Larry Dieker derrotó al Escogido lanzando las nueve entradas. El penúltimo juego de esa serie, fue un encuentro de antología, en donde el lanzador Mike Cuéllar, refuerzo cubano, lanzaba un juego perfecto hasta el octavo episodio cuando Antulio Martínez le bateó un indiscutible. Iba a ser el único juego perfecto del beisbol dominicano, ya que se enfrentó solo a 28 bateadores.
Una gran controversia y expectativa sucedió cuando el jugador de grandes ligas Robinson Canó, expresó que deseaba vestir el uniforme de las Estrellas en la Serie Final. Al parecer, Canó no obtuvo la autorización de su Club Mets de New York, no obstante el estar en disposición de aportar el dinero que exigían los Mets para cubrir un seguro para el jugador por si acaso sufría alguna lesión. Finalmente, no consiguió el permiso y no tuvo el coraje de ponerse el uniforme. Esto demuestra la dependencia y sumisión de los jugadores de la Liga de Beisbol Profesional Dominicana a la Major Ligue Baseball (MLB). A nuestra memoria afloró, cuando Miguel Tejada, de las Águilas Cibaeñas, obtuvo el título del jugador más valioso de la Liga Americana (MVP), en el año 2002 y declaró que como dominicano jugaría el campeonato local y hasta participó en la Serie del Caribe obteniendo la distinción de integrar el juego de estrellas como segunda base.
Esos eran jugadores que pensaban en sus admiradores locales, quienes con su fidelidad a través de los años, los habían seguido hasta que se convirtieron en jugadores estelares. Por eso, loor a Tony Peña, David Ortiz, Pedro Borbón, Bartolo Colón, Miguel Diloné, Julio César Franco, José Lima, Melkys Cabrera, Edwin Encarnación y otros. En el pasado, Juan Marichal, Diómedes (Guayubín) Olivo, Pedro Martínez, Julián Javier y su hijo Stanley y hasta cuando era novato, Alex Rodríguez.
Para eludir y justificar la ausencia de muchos jugadores, que cuando eran novatos se desvivían por jugar en el torneo local, ahora, con pretensiones de estelares, no se arriesgan a participar porque aducen que el terreno no es óptimo y hasta critican a los árbitros en sus decisiones. Sin embargo, en sus inicios se desvivían por jugar y hasta daban “el trasero por batatas” para que los incluyeran en los rosters.
En nuestras polémicas con seguidores de las Estrellas le enrostrábamos, que mientras los directivos del equipo fueran los turcos con nombres o apellidos como Antún, Mallén, Zaglul, Feris, Musa y hasta los “Tataramusas”; esa selección tenía un maleficio tan poderoso, que tuvo que esperar cinco décadas de despojos y hasta acudir a los guloyas para ceñirse la corona. Este “fucú” también pudo provenir de un narrador muy jocoso, pero extremadamente bromista y seguidor de las Estrellas llamado Pupo Cordero, que cuando lo recriminaban por sus exabruptos sostenía, que la emisora le pertenecía y que podían cambiar de onda si no les gustaba su peculiar estilo de informador.
Es de justeza, después de tantos años de desespero y frustración, felicitar en Higüey a Rodolfo “Fofó” Castillo y a otros seguidores fieles de la enseña verde, como Juan Bolívar Díaz, el doctor César Mella, Manuel Tejera González (Manegonte) y al dilecto amigo y cacaotero Ricardo Munné. Como homenaje póstumo recordaré a mi madre, doña Pola, que al comprobar que sus hijos eran de los equipos Águilas, Licey, Escogido nos declaró: “soy de las Estrellas”. Desgraciadamente este triunfo ha llegado para Ella y otros como Tano Martínó –quién solía expresar a la vez que arengaba “Brillan las Estrellas”– demasiado tarde, más nadie sabe si tal vez lo están disfrutando desde lo ignoto.

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