¡Por fin! Terminó el jolgorio y la barahúnda

¡Por fin! Terminó el jolgorio y la barahúnda

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Bi2jh2o@tricom.net
Por la manera como se han desarrollado las cosas, nuestro país no parece que pasa por una crisis económica como la que en la realidad  está sufriendo. 

Alegres votantes reciben las pequeñas dádivas para participar en caravanas, marchas, “bandereos” y los llamados calentamientos; en dichos actos, se queman inútilmente miles y miles de galones de gasolina y diesel y se desperdician también, miles de yardas de telas en banderas, banderolas y “cruzacalles” las cuales son complementadas por un gran número de rollos de papel de imprenta con la “juvenil y maquillada” imagen del “líder” y candidato presidencial, quien siempre sonriente se convierte en el personaje más amistoso de nuestra historia republicana.

    Se acabó para unos cuantos vagos y pedigüeños el creer que en un día de semana participar en una marcha o calentamiento significa estar trabajando cuando en realidad lo que están es libando alcohol suministrado por los dirigentes para que no se den cuenta de las vicisitudes y malos ratos que tendrán que pasar hasta el final de los actos programados por el candidato.  Muchos de éstos han resultado muertos o heridos al imprudentemente rebasar un vehículo a otro para estar más cerca del líder o para que lo vean y posteriormente lo tomen en cuenta si el partido al que pertenecen resulta ganancioso.

    Un país que atraviesa una grave crisis económica que se bifurca  en dos vertientes: Alimentaria y petrolera, de las cuales la primera es de su entera responsabilidad por mantener una política de abandono hacia la agropecuaria, la cual ha querido enmendar al acercarse las elecciones, con tan mala fortuna que las tormentas Noel y Olga le han echado a perder  los posibles beneficios derivados de las medidas económicas que ha hecho, especialmente en el Banco Agrícola y los subsidios a los diferentes sub-sectores para evitar un colapso total del campo.  En cuanto al petróleo, muy poco se puede hacer, ya que Petro-Caribe, si bien nos ofrece facilidades, tarde o temprano habrá que pagarlas.  Sólo nos salva que se encuentre petróleo en el país y que no suceda otro chasco como el de triste recordación “hay petróleo en Charco Largo”.

    Los ciudadanos que tuvimos que soportar durante tres largos meses interrupciones de tránsito, agresiones visuales hasta la saciedad, bocinas estridentes, gritos desaforados, “bandereos” y mítines en las principales calles de las ciudades, para obligar a todos los que circulaban por ellas, a soportar interrupciones en sus labores sin poder evitarlo, ya que la Junta Central Electoral no se manifiesta en contra por no perder su carácter de “imparcialidad”.

     El país debe abocarse a una campaña electoral que no pase de 45 días y limitar por ley los recursos económicos que se les entregan a los partidos políticos, los cuales constituyen un instrumento decisivo en la corrupción rampante que impera.  Ya la juventud no quiere trabajar. 

Desea incorporarse a la política al contemplar cómo muchos, inclusive analfabetos pero vivos, se hacen de fortuna y se constituyen en líderes de pies de barro, pero de bolsillo lleno.  Dilapidar en un país con tantas precariedades más de un mil millones de pesos, en colgar en postes del tendido eléctrico, árboles, vallas, muros y vehículos una serie de fotos del candidato, acompañado a veces de un adulón, debe terminar y comprender como dijo un iletrado campesino: “Adio vea, pero es que no se han dado cuenta que los mususes no votan”.        

    Si al dispendio electoral no se le pone coto, que Dios nos coja confesados con las congresuales que se avecinan.

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