POR GERMAN MARTE
AEROPUERTO LAS AMERICAS.- El brillo en sus ojos y la espontánea sonrisa son el reflejo de la alegría que siente al pisar nuevamente la tierra que le vio nacer, “¡Por fin, voy a pasar la Navidad con mi gente!” exclamó ayer, a su llegada a esta terminal.
Antonio Paulino, de 69 años de edad, vive en Miami y hacía cinco años que no venía a pasar una Nochebuena en su patria, y ya estaba “loco” por venir a comerse un “lechón asao”, a beber cervezas, escuchar música, bailar, en fin, a gozar las vacaciones de fin de año junto a su gente de Mendoza, en Santo Domingo Este, y su Vega natal.
Lo abordamos mientras esperaba a uno de sus hijos que venía a recogerlo aquí en el aeropuerto, y nos explicó que en realidad, en Miami –donde vive- se puede comprar de todo, basta con tener el dinero para adquirir un cerdo asado, cervezas, ron y abundante comida.
En realidad, él tiene la dicha de no ser parte del 20% de latinos residentes en Estados Unidos que según el Consejo Nacional de la Raza pasa hambre y sufre “inseguridad alimentaria”.
Antonio gana alrededor de US$5 mil al mes, que si se cambian por pesos dominicanos, es algo más que el sueldo nominal del presidente de la República, pero esto no ha mellado en nada su carácter humilde, su bondad tan propia de los veganos. Una diferencia cardinal entre pasar unas navidades en Estados Unidos y hacerlo en República Dominicana es que aquí el tradicional “puerquito” lo preparan sus familiares, hasta él mismo participa, cosa que es difícil ver en Norteamérica, al menos en estados como Nueva York, Michigan y Miami, donde ha residido en los últimos diez años.
Nada puede igualar el inconfundible sazón dominicano, asegura, “el sazón de nosotros es lo mejor que puede haber”.
Pero las diferencias van más allá. Según explica, para disfrutar de un “can” en una ciudad norteamericana debe hacerse en una discoteca o “trancado” en la casa. Aquí, la República entera es el límite.
“Las navidades dominicanas es lo mejor que hay en el mundo. No se compara con nada.
El ambiente que uno tiene aquí con la familia, la música, con el merengue, la salsa o lo que te guste es inconfundible. Uno la pasa bien”, afirma con una sonrisa que inunda su rostro.
“Aquí hay más bulla, eso es lo que me gusta, la bulla”, expresa con la franqueza típica del cibaeño.
Además de que se aleja del fuerte frío que para esta época azota el hemisferio norte, Antonio recalca la diferencia que representa poder sentarse con los vecinos, los familiares y los amigos a tomarse una cerveza en la acera, en el frente de su casa, subir el volumen de su radio, sin que su música le moleste a nadie. Fuera de aquí eso no se puede.
“Fuera de aquí uno no puede ni poner música (a alto volumen), ni te puedes tomar una cerveza en la calle, allá no, porque te ponen un ticket (una multa)”, explica.
En su opinión, lo único que se necesita para que las navidades dominicanas sean mejores es que resuelvan el servicio energético.
Recomienda a todas las personas que vienen desde Estados Unidos que disfruten estas navidades junto a su familia, “que la gocen”, porque allá no la van a poder disfrutar igual.
Se espera que este año vengan al país unas 140 mil personas a pasar las fiestas navideñas, la inmensa mayoría de ellas son dominicanos como Antonio, que añoran pasar estos días con su gente.