¿Por fuerza o por fragilidad?

¿Por fuerza o por fragilidad?

El puente que da paso hacia el puerto de Azua colapsó en medio de una creciente provocada este martes por el paso de la tormenta Gustav. Esa estructura fue inaugurada el 17 de abril de este año por el presidente Leonel Fernández. El puente Catey sobre el río Haina, en Villa Altagracia, también colapsó por causas similares. El puente sobre el río Nigua, en San Cristóbal, construido para sustituir el que colapsó en noviembre de 2007, que había durado desde 1934 hasta entonces, está lleno de grietas. El común denominador en estas tres situaciones es que se trata de obras nuevas, con menos de un año de haber sido construidas.

Este factor común es el que da pie al título. ¿Colapsaron los puentes de Azua y de Villa Altagracia y se agrietó el de Madre Vieja  por la fiereza de las riadas o por fragilidad de las estructuras? En el caso del de Madre Vieja, el secretario de Obras Públicas minimiza la importancia o peligrosidad de las grietas, pero nos obliga a establecer comparaciones acerca de la durabilidad de la estructura sustituida, que estuvo en pie desde 1934 hasta el año pasado, y la fragilidad del nuevo puente. Sin duda que llaman la atención estos colapsos y deterioro de estructuras tan recientes, que han debido ser levantadas con el criterio de soportar las fuerzas que ha desencadenado el calentamiento global y otras veleidades climatológicas. Así debería ser.

 

La prevención que no llegó

La muerte de una mujer con sus seis hijos y de una vecina, bajo el peso de un derrumbe que aplastó sus viviendas, nos muestra una faceta dramática de la extrema pobreza y la resultante de una prevención que no se practicó a tiempo. Debido a que en ese lugar habían ocurrido anteriormente al menos tres derrumbes, la prevención de un cuarto deslizamiento era materia para niños de escuela primaria.

Como esta trágica ocurrencia se producen muchas en este país, cada vez que las fuerzas de la naturaleza dejan sentir sus ímpetus. La gente en extrema pobreza malvive donde puede, pero sobre todo donde se le permite. En estas pendientes susceptibles de desmoronarse con las lluvias no debería permitirse la construcción de viviendas, pero se permite. La lucha contra la pobreza tiene que tener entre sus componentes la seguridad del hábitat ante contingencias como estas. La prevención que no se ejerce suele desembocar en tragedia.

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