En 14 vertederos del país, 46,204 personas se encuentran en riesgo de contaminación orgánica persistente. De estos, 3,875 son buzos, o comercializantes de desechos, y el resto son pobladores cercanos y empleados.
Tales datos están contenidos en un estudio del Ministerio de Medio Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que establece que la totalidad de los 360 vertederos del país descansa sobre formaciones geológicas, hidrológicas y suelos productivos incompatibles con su ubicación.
El estudio forma parte del plan para habilitar el país al cumplimiento con el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) que busca reducir hasta eliminar 12 contaminantes peligrosos como son nueve plaguicidas (Aldrín, Dieldrín, Endrín, Clordano, Heptacloro, Hexaclorobenceno, Mirex, Toxafeno y DDT), dos corresponden a emisiones no intencionales (dioxinas y furanos) y uno de uso industrial (PCB´s).
En los vertederos se producen dioxinas y furanos que son liberados en forma de trazas en la atmósfera, agua, tierra, residuos y pueden dar lugar a trastornos neurológicos, endometriosis y ciertos tipos de cáncer.
No precaución La investigación refiere que aun conociéndose las características medioambientales donde se ubican y el daño que ocasionan los vertederos, no se cumple con el ordenamiento territorial sobre el uso de suelo, el aire y de agua.
En el caso de los lixiviados (líquidos contaminantes que van al subsuelo), así como de la emisión de dioxina y furano, los daños ocasionados al medio ambiente y a los seres humanos se deben a la práctica de no impermeabilizar los suelos, pero aún peor resulta su localización en zonas altamente pobladas por personas de escasos recursos.
Indica que en la generalidad de los vertederos el tratamiento dado a los residuos sólidos se caracteriza por la inexistencia de registro de pesaje de los desechos, control sobre el origen y su naturaleza; separación por tipo o por peligrosidad, controles sobre contaminación de agua, aire y los olores, planes para un posible desmantelamiento o traslado del vertedero.
Tampoco se cuenta con planes de contingencia en caso de emergencia sanitaria, los gases son liberados a la atmósfera, la basura no se almacena de manera ambientalmente racional, ni se mantiene al público informado acerca de la peligrosidad de los contaminantes orgánicos persistentes presentes en los vertederos.
Buzos . El estudio indica que los buzos constituyen un grupo de riesgo acerca de los cuales no existen escritas medidas de seguridad y, más aun, que están en permanente contacto con la fuente contaminante y en una interrelación constante con el medio social.
Las condiciones infrahumanas en las que se desenvuelven repercute de manera negativa, tanto en su calidad de vida, como en los aspectos personales, familiares y en la vida social, consigna.