Los dominicanos no hemos aprendido a calibrar ciertos peligros, que de en vez en cuando afloran a nivel nacional. Decimos esto, por la gran cantidad de conciudadanos que han muerto por la ingesta de alcohol mezclado con etanol, que es vendido por desaprensivos como bebida etílica sana, la cual, al no ser registrada en Salud Pública, no se pudo comprobar el peligroso riesgo que conlleva su ingesta, y al consumirla, el número de muertos se ha elevado a más de cincuenta.
En nuestro pueblo no levantamos cabeza. Hace unos años, en la Bahía Escocesa frente a las costas de Nagua, apareció un tonel de cincuenta y cinco galones lleno de una sustancia, que después de haberla probado los lugareños, determinaron que era un excelente tipo de ron y sin hacer un análisis del contenido, empezaron a repartir y tomarlo, inclusive lo encontraron de magnifico sabor y calidad. Resultado, más de cuarenta laboriosos y anegados agricultores y pescadores, perdieron la vida.
Ahora, la imaginación tampoco quedó rezagada. Inventaron una bebida combinada con gaseosa que denominaron Monday’s. Por su ingenua nomenclatura, se pensó que dicha consumición no tendría efectos nocivos, tal y como ha acontecido. Hubiese sido mejor secundarios y no mortales como está acaeciendo.
Desde hace mucho tiempo, los haitianos introducen en nuestro país una bebida a la cual denominan clerén, el más refinado y triculí el más rudimentario. Ambos destilados de manera artesanal, por personas que no son técnicos, elaborados en alambiques muy primitivos los cuales no determinan la composición exacta del licor que procesan.
Es lamentable que no obstante las previsiones y las advertencias de las autoridades sanitarias, los incautos la sigan consumiendo con el grave riesgo de muerte. Para nosotros, estos dominicanos son tan incautos como los peloteros de Grandes Ligas a los cuales les prohíben la utilización de anabólicos y corren el riesgo, sin saber, que los laboratorios no fallan. Así, han sido castigados a perder, al menos ochenta partidos sin derecho a sueldo. Los casos más patéticos han sido los de Manny Ramírez, dos veces castigado con no participar en ochenta partidos y lo peor, siendo una de los mayores empujadores de carreras, su nombre ha sido vetado para el Salón de la
Fama. Igual le ha sucedido a Robinson Canó, posiblemente el mejor segunda base dominicano de todos los tiempos, que ha sido suspendido por un año y el no cobro de unos 24 millones de dólares como salario.
A nuestro entender, las academias de béisbol que se encuentran en el país, además de la enseñanza del inglés, debieran hacerles pruebas de doping con bastante frecuencia, para detectar aquellos jóvenes que creen que tomando anabólicos, incrementaran su musculatura y podrán darle más duro a la pelota. Es decir, convertirse en jonroneros.
Hace unos años, el Ministerio de Agricultura elaboraba una hoja suelta en la cual se incluían los peces que en cierta época del año se aciguatan. Nosotros siempre teníamos el suelto con nosotros. En cierta ocasión que nos encontrábamos en la playa de El Valle en Samaná, pescadores trajeron en una yola grande un pescado de enorme volumen y lo pensaban trozar para venderlo a los compradores en la playa.
Por suerte, el Inspector de Costa al cual conocíamos se hallaba en el lugar y preguntó cómo habían arponeado tan enorme pez, ya que no tenía señales de haber sido capturado en aguas profundas. En eso, busco en mi vehículo el suelto de los peces que se aciguatan y sorpresa, era uno de ellos. Entonces le pedí al Inspector que impidiese la venta y en consecuencia, había que incinerarlo.
La reacción de los pescadores hacia mi persona no se hizo esperar y el Inspector tuvo que salir en nuestra defensa con el arma que portaba en función de su cargo. Cuando se quemó en la playa el pescado, al otro día, aparecieron varios perros muertos que habían ingerido parte de los despojos quemados, los cuales aparecían esparcidos por los canes, que pagaron con su vida, el haber ingerido parte del pescado aciguatado.
Después de esta escena, me propuse averiguar cómo habían atrapado dicho enorme pez y uno de ellos me confesó, que venía flotando en el mar dando tumbos, por lo cual fue fácil, inclusive subirlo al bote sin tener que arponearlo. Ellos se habían comprometido a no divulgar esa captura, con la intención de venderlo en la playa a bajo precio para evitar sospechas. Gracias a nuestro aviso, no hubo intoxicaciones, sobre todo en un lugar inhóspito en donde no había clínicas ni doctores, lo cual agravaría la situación de las personas envenenadas. ¿Creen que me agradecieron la acción? ¡se equivocan! porque para ellos primaba más lo económico, que la salud de los compradores.