Por la familia  

Por la familia  

Hay un convencimiento, cada vez más generalizado, de que la violencia, la criminalidad, la delincuencia y otros males sociales son resultantes del resquebrajamiento y la pérdida de cohesión que se advierte en la estructura familiar.

Son muchas las voces autorizadas que han dejado escuchar su clamor para que se actúe en el sentido de fortalecer el lazo familiar y tratar de restablecer la vigencia de los valores morales y los principios en que debe estar basamentada esta estructura social.

Por eso resulta de muy alto valor la propuesta que el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, le hiciera al Presidente de la República, Leonel Fernández, para que se trabaje en la creación de un «Código de la Familia», cuyo contenido y esencia debería ser elaborado por una comisión técnica. Esta propuesta, hecha durante la ceremonia de puesta en vigencia la Ley 136-03 que crea el «Código para el Sistema de Protección a los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentesdel, fue de inmediato acogida por el Presidente y la Primera Dama.

Sobre el deterioro de la estructura familiar hay abundante y valioso material disperso, cuyos autores o poseedores, de seguro, pondrían de inmediato a disposición de cualquier grupo técnico que llegase a ser integrado con los fines propuestos por el presidente de la Suprema Corte de Justicia.

En estos tiempos, en que el fruto de la desunión familiar nos está acarreando tantos perjuicios sociales, todos estamos llamados a colaborar para la elaboración del código propuesto. Manos a la obra.

Seguimiento necesario

Nuestro colaborador Roberto Saladín Selin, quien fuera gobernador del Banco Central y embajador en Washington, ha propuesto que los congresistas establezcan, por las vías que propician la Constitución y las leyes, una forma de dar seguimiento al curso que siguen los préstamos de origen externo que les son sometidos y que aprueban las cámaras. Sus planteamientos están contenidos en el artículo «El Congreso y el endeudamiento externo», publicado en la página 11 de la edición de este diario correspondiente a ayer domingo.

Su propuesta se basa en el hecho de que el Congreso, una vez que aprueba los contratos de préstamos que les son sometidos, pierde todo contacto con los mismos y no se ocupa de dar seguimiento a sus ejecuciones.

Independientemente de que tanto el Estado como los prestatarios tienen establecidos medios para supervisar la ejecución de cada préstamo, sería de gran utilidad que el Congreso, la parte institucional que da el visto bueno, tenga cuenta de todo cuanto ocurra con cada instrumento de endeudamiento aprobado.

Ya en el Senado ha habido alguna reacción aprobatoria en cuanto a la propuesta del articulista Saladín Selin. Sería realmente útil ampliar la consulta sobre el tema y que eventualmente se sugieran las vías para este seguimiento. Un asunto de tanto peso en la vida del país, como es el endeudamiento externo, justificaría que acojamos como de alto interés propuestas como la que motiva este comentario.

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