Por la Navidad, en los barrios hubo “fiesta, y mañana gallos”

Por la Navidad, en los barrios hubo “fiesta, y mañana gallos”

POR LEONORA RAMÍREZ S.
En algunos barrios del Distrito Nacional y de la provincia de Santo Domingo, las celebraciones navideñas no pararon con la salida del sol. En el colmado Tata Super Fría, de Los Guandules, más de 20 personas seguían, a las 10:30 de la mañana de ayer, imbuidas en una parranda que se inició en la Nochebuena.

Allí las cervezas y el ron eran artículos de primera necesidad, pero mucho más un consomé que se repartía entre quienes necesitaban energías para seguir en pie.

Vladimir Batista Pérez, propietario del negocio, no tenía idea de cuanto había vendido, pero su sonrisa dejaba entrever la satisfacción por las ganancias, que, a su entender, serían superiores a las de 2006 en la misma época.

Quienes parecían haberse sacado la “loto” de la felicidad eran los contertulios del lugar, enajenados de tanta música y alcohol. Para muestra, un señor preguntaba si ayer era 11 de septiembre, porque iba a explotar algo grande.

En la calle F esquina Federico Velázquez, del sector María Auxiliadora, el colmado La Borinqueña era el centro de reducción de resacas, por lo menos para los que pedían una cerveza para estabilizar sus niveles de alcohol.

Basilia Vázquez, la propietaria, cerró a las 4:00 de la madrugada, pero tuvo que abrir a las 8:00 de la mañana por la demanda de alimentos y bebidas.

La Navidad como un día normal

Aunque muchos no habían despertado del sueño de la alegría, para otros el 25 de diciembre era un día normal. Un día cualquiera para buscar el sustento vendiendo agua, dulces y accesorios de celulares en las intersecciones de las avenidas.

Pero no sólo los vendedores informales salieron a la calle; porque los negocios de alimentos, principalmente de comida china, tiendas de ropa y salones de belleza, se convirtieron en la opción de quienes decidieron salir de la casa.

LA NOCHEBUENA DE EMILIO D´OLEO

En los sectores Ozama, Alma Rosa y Lucerna, del municipio Santo Domingo Este, pocos grupos continuaron la parranda en los colmadones instalados en cada esquina.

Sin embargo, en Katanga, de Los Mina, muchachos y adultos del barrio seguían entusiasmados con la música a todo volumen, y con el consumo de los más variados tipos de alcohol.

En La Barquita, un barrio a orillas del río Ozama que prácticamente  desaparece del mapa cuando ocurren grandes inundaciones, la palabra Nochebuena es un chiste de mal gusto para quienes viven en extrema pobreza.

Tal es el caso de Emilio D´Oleo, quien perdió una de sus manos en una riña.

El  se dedica a la venta de frituras y paga RD$400 por el alquiler de un cuartucho llamado vivienda ubicado a no menos de 10 metros del río.

Este hombre, oriundo de Neiba,  vive con su esposa Isabel Morillo y una hija de ocho años.

Para cenar con ellas el 24 de diciembre,  apenas consiguió para comprar un pollo horneado que comieron mientras caían unos aguaceros que ya no le asustan, porque salir huyendo de ese lugar a causa del desbordamiento del río es parte de su cotidianidad.

Ajenas a esa realidad multiplicada en cada callejón estaban dos niñas, que jugaban con sus muñecas al lado de un velatorio y de un colmado donde se escuchaba una música estridente.

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