Por la paz, la verdad y la decencia

Por la paz, la verdad y la decencia

Nuestra sociedad vive inmersa en una intensa crisis de valores morales que la desangra y amenaza su disolución de no surgir una reacción vigorosa y firme que ponga coto a un sistema depravado, dominante, donde las virtudes y valores de la moral y la ética que nos legara el insigne Maestro Eugenio María de Hostos (Moral Social) se antepone la ambición desmedida de poder y de riqueza, el goce y disfrute de bienes materiales, el “buen vivir” egoísta, impúdico, sin importar los medios que sepultan la paz espiritual y acrecienta los males sociales: el sufrimiento, la pobreza, la marginación, la desesperanza de las grandes mayorías nacionales, carente de todo lo esencial para crecer y sobrevivir.
– La moral de Hostos hace tiempo fue echada al basurero del olvido por aquellos que pregonaron sus virtudes bajo el ala de su insigne discípulo, Profesor Juan Bosch, que hizo de la moral y la ética su normativa de vida, predicando con su conducta intachable, virtuosa, no con meras palabras, porque la moral no se predica, se practica, porque “mal predica quien mal vive y mal vive quien mal piensa y quien mal dice…. Y bien predica quien bien vive.”
– La Ética es definida como parte de la filosofía que trata de la moral. El fundamento de la ética es resaltado por Aristóteles (324 -282 a J. C) al anteponer lo justo y lo legal a los actos injustos o ilegales, partiendo del siguiente principio: “Todo lo que es justo es legal; y todo lo que es legal debe ser justo para ser legítimo.” “Vivir bien es vivir de acuerdo con los postulados de la razón y la conciencia.” De su parte, Platón (429-347 a J. C.) enseñaba a sus discípulos que “la ética es la virtud suprema para enjuiciar la conducta moral del individuo” sirviendo de soporte político y social a las instituciones democráticas, al gobierno y sus gobernantes y, naturalmente, a la misma sociedad que elige demanda y exige la ruta a seguir: construir una nación más justa, más humana, libre de temores y prejuicios.
– El pueblo dominicano, históricamente, con sus prohombres ha dado ejemplos sublimes de coraje, abnegación y patriotismo no sin elevados sacrificios, superando etapas luctuosas de nuestra vida republicana.
Episodios infames inspiraron actos de valor que recoge nuestro Himno con el llamado de la Patria a sus hijos a luchar, a rebelarse, a no sucumbir: “Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo, indolente y servil.”
– Y nos recuerda que ellos, los que partieron, viven y perduran para siempre. Que su legado de amor y de civismo no ha muerto. Que la indignación crece mientras su epopeya y aquel Abril libertario, florece.
– Que el Estado Democrático Social de Derecho no será una simple proclama constitucional. Que la moral y la equidad habrán de volver por sus fueros con leyes más justas y Justicia más sobria y gobernantes más sabios, por la Paz, la Verdad y la Decencia.

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