¡Por la solidaridad!

¡Por la solidaridad!

La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambios que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.

Evidentemente tenemos un gobierno que se identifica con este pensar; y quizás es por ésta, entre otras razones, que el Gobierno dominicano creó el programa SOLIDARIDAD, por el cual las familias pobres reciben efectivo a cambio de que éstas cumplan con una serie de co-responsabilidades. El mismo tiene como Misión, en el marco de la nueva política social, ayudar a que familias en pobreza extrema accedan a oportunidades de desarrollo mediante transferencias condicionadas de recursos económicos, a fin de aumentar su capital humano.

Este programa forma parte de la Red de Protección Social del gobierno, como uno de los medios estratégicos para erradicar la pobreza, dando apoyo al mejoramiento del ingreso de las familias a fin de que estas puedan invertir en la educación y salud de sus miembros menores de edad.

Juan Pablo II lo expresaba claramente: “El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas”.

La falta de solidaridad se revierte en contra nuestra, nos afecta tan directamente como a los más necesitados. Ser solidarios con los demás, podemos decir, es ser solidarios con nosotros mismos, pero de una manera genuina, legítima. Preocuparnos por nosotros y por los nuestros es lícito, pero no a costa de los demás, sino de la mano de los demás, colaborando con el desarrollo de todos.

La ONU proclamó, a finales del año 2000, el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, con el fin de promover y fortalecer los ideales de solidaridad e igualdad como valores fundamentales para las relaciones en y entre las naciones, los pueblos y los individuos.

La solidaridad no sólo es un requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas de los países y los pueblos. Es una de las garantías de la paz mundial. Vivimos un período de grandes diferencias entre los ricos y los pobres. El verdadero progreso no se logrará sin la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza y sin la solidaridad con los desposeídos. Debemos asumir la responsabilidad ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan. Todos ellos son nuestra preocupación común.

Así que TODOS proclamemos este próximo lunes 31 el Día Internacional de la Solidaridad.

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