Por lo que hará

Por lo que hará

CARMEN IMBERT BRUGAL
Eduardo Galeano cuenta, en El Libro de los Abrazos, la historia de Ramona, una niña uruguaya, empleada doméstica, esclavita-dice-. La menor fue visitada por una abuela desconocida. No hubo saludos, caricias, consejos, sino golpes. Para justificar el azote, la mujer advirtió: no te pego por lo que hiciste. Te pego por lo que vas a hacer. 

El presidente Leonel Fernández Reyna, luego de dos años de ejercicio gubernamental, recibe un extraordinario reconocimiento de la mayoría del pueblo dominicano. La encuesta Gallup-Hoy divulga unos resultados algo paradójicos pero contundentes. El 62.5% de las personas encuestadas afirma que las condiciones de la economía son negativas, el 56.8% dice que su situación económica personal es mala y el 51.3% expresa que la República Dominicana va por mal camino. Sin embargo, el heredero de los grandes liderazgos nacionales, goza de la confianza de un 69% de la población. Algo más, Fernández Reyna le inspira confianza al 55.4 %, el 69% confía en él y un 55.4 % admite que su trabajo en la Presidencia es bueno. Mejor, imposible.

La celebración procede. Cualquier queja sería improcedente.

Los números hablan. El hombre tiene ángel, encanto, ese “no sé qué” imprescindible para lograr cualquier cosa, sin proponérselo. Atrás las demandas, las omisiones y complacencias. Es de minorías necia el lamento. Los apósitos resuelven. Existen tonadillas que adormecen.

Después de las elecciones congresuales y municipales valió el recordatorio de párrafos esplendentes del discurso pronunciado por el gobernante, en la Asamblea Nacional el día de asunción de mando.

“La República Dominicana no puede seguir como va. No puede seguir con la inseguridad ciudadana. Con el tráfico de influencias. Con el clientelismo. Con el enriquecimiento ilícito. Con el abuso de poder. Con el irrespeto. En fin, con la falta de seriedad en todo. La RD no puede seguir albergando temores de fraude en cada proceso electoral. Los ciudadanos no deben sentirse intimidados o perseguidos por el poder de turno. La prensa no debe ser censurada… Construyamos una nueva sociedad. Más solidaria. Más justa.

Más próspera. Más humana. Más democrática. Más transparente. Más participativa.”

En ese discurso también expresó: que nadie me diga en privado lo que no pueda decirme en público.

El inicio del tercer año es aún más auspicioso para el líder del Partido de la Liberación Dominicana -PLD-, dueño absoluto de las simpatías nacionales. Cuenta con un Congreso tan afín como el anterior pero sin titubeos ni necesidad de manipulaciones para demostrar fidelidad y un poder municipal casi suyo. La suerte le sonríe. Ha logrado sumar adeptos provenientes de todas las difusas corrientes políticas dominicanas. Está rodeado y reverenciado por hombres y mujeres que nunca han disimulado sus ideas fascistas o progresistas. Aún seguidores de Mao, Stalin, Trotsky, Fidel, Escrivá de Balaguer, del Generalísimo, del oráculo de Navarrete, de Peña Gómez, de Lagos, de Chomsky…

Todos caben en las reservas Leonelistas. Su cautela y sentido de la oportunidad, permiten que así sea. No manifiesta enconos ni agrados. En una ocasión confesó su extraña adscripción a un personaje que supuestamente representa la antinomia de sus creencias.

La ciudadanía está con Leonel. Es un amor con esperanza, diferente al bolero de Luis Kalaff. Permanece indemne el mandatario, sin culpa. Las soluciones a los grandes problemas o el intento de iniciar la transformación urgente del país no le compete. El “estadista y líder visionario” concibe el tiempo político con una perspectiva laxa. Lo manifestó en el VII Congreso del PLD. “ Para organizar la sociedad dominicana, desde sus raíces, necesitamos tiempo, porque eso no se hace en cuatro años, ni en ocho, y tenemos el dilema de que cada cuatro años hay procesos electorales, de manera que la visión estratégica del desarrollo, de mediano y largo plazo, de la República Dominicana se ve mediatizada por los ciclos electorales”.

¿Cuánto ha cambiado el país desde el 16 de agosto del año 2004? Sin recurrir al Programa de Gobierno del PLD, basta analizar los párrafos citados del discurso. ¿Hay seguridad ciudadana? ¿Ha sido eliminado el tráfico de influencias, el clientelismo? ¿Existe algún imputado por enriquecimiento ilícito? ¿Se erradicó el ejercicio abusivo del poder, el irrespeto, la falta de seriedad en todo? ¿Está descartado el temor a los fraudes electorales? ¿Es asunto del pasado la intimidación o la persecución? ¿La prensa es censurada? ¿Logró el Gobierno, en estos dos años, una sociedad solidaria, justa, próspera, humana, democrática, transparente, participativa…?

El cambio no adviene sin la colaboración, la crítica, la discusión, el aporte de la ciudadanía. Atribuir bonanzas y maldades sólo al Presidente es un error. Gallup demuestra el respaldo, el aval, la magia…Empero es pertinente indagar las razones. Mientras tanto, el Presidente debe cuidar la veneración que provoca. Esa relación estupenda con una colectividad fascinada. No puede dilapidar ese ahorro. El hechizo lo produce el porvenir. Recreando la historia de Galeano, la mayoría confía en él, no por lo hecho sino por lo que hará.

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