Por M. Darío Contreras – Perico ripiao

Por M. Darío Contreras – Perico ripiao

Según la versión más autorizada, con la expresión de «Perico Ripiao» se designaba a un conocido prostíbulo de la ciudad de Santiago en el Siglo XIX, en la zona del «hospedaje» o mercado público. En este lugar se tocaba la música criolla que luego tomó el nombre del lugar en que, de acuerdo al argot popular, se desplumaban los «pericos». Con la llegada de Rafael Trujillo al poder en 1930, el merengue de los pericos ripiaos, considerado como vulgar por su letra y movimientos, se instrumentalizó e introdujo en los centros sociales del país.

Con este criollísimo nombre, bautiza el cineasta dominicano Angel Muñiz su más reciente producción cinematográfica, la cual, según los informes de los medios de comunicación, ha tenido una muy buena acogida taquillera, lo que pude comprobar al asistir a una sala de cine para tratar de descubrir el encanto de esta realización dominicana. Lejos de considerarme un crítico de cine, y más bien con el ojo del espectador imparcial que trata de ver más allá de las apariencias, hago estas observaciones sobre lo que, a nuestro modo de ver, refleja esta película sobre la sociedad dominicana.

De partida, debe reconocerse que esta divertida comedia se hizo con un pequeño presupuesto. Aclarado esto, entramos en materia. Muñiz y sus colaboradores presentan a esa parte de la sociedad dominicana a la que generalmente, correcta o incorrectamente, se le ha denominado como pueblo, gente buscavida, de escasa educación, con vocabulario pobre y vulgar, que se las ingenia para sobrevivir en una sociedad dominada por una pequeña clase económica, aliada circunstancial de los poderes políticos, eclesiásticos y militares, componentes de la llamada clase alta, esfera en la que se funciona utilizando algunas buenas y muchas malas artes, como el tráfico de influencias, la corrupción y otros medios no santos.

Los protagonistas buscavidas del filme, que para algunos no son más que los llamados «chopos» de la sociedad dominicana quiénes componen la mayoría de nuestra población reflejan los valores de la clase dominante, aunque lo evidencien con menos estilo y elegancia. Reconocemos que los más educados y afortunados de nuestra sociedad no se identifican con la vulgaridad y la procacidad, a lo que tienen todo el derecho, pero esto no invalida el hecho de que las masas empobrecidas adoptan y manifiestan las actitudes y valoraciones de la clase dominante. Perico Ripiao es, en nuestra opinión, no sólo una comedia que retrata las trapisondas de unos infelices quisqueyanos para hacernos reír, sino una velada crítica a toda una sociedad que sabe amortiguar sus desgracias con el humor, aunque el mismo sea grosero y soez.

Sin duda alguna que el filme fue realizado pensando en el público dominicano, pues para entenderlo se requieren ciertas vivencias, por lo que su acogida a nivel internacional nos parece limitada. Quizás es lógico que el desarrollo de la industria cinematográfica pase por una primera etapa al concentrarse en temas que le lleguen principalmente a un reducido público. A la fecha, las realizaciones dominicanas en este campo han sido diseñadas para consumo del dominicano. Es previsible que en un futuro, con una mayor cantidad de medios, nuestra incipiente industria cinematográfica logre universalizarse mucho más, pues poseemos el talento y las historias para contar. Además, la emigración de dominicanos hacia el extranjero ha creado una serie de enclaves en distintos puntos del planeta, lo que nos hace ser reconocidos e identificados en muchos otros países. El filme Nueva Yol fue ya un primer intento en narrar las peripecias de los dominicanos en una gran urbe internacional, lo que de por sí ya tiene el potencial de atraer a comunidades afines a la dominicana a ver nuestras películas en el exterior.

Felicitamos de todo corazón a los realizadores de Perico Ripiao y les deseamos muchos más éxitos en el futuro.

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