Cuando vi por televisión al Ministro de Defensa, a los comandantes generales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, al Ministro de Interior y Policía, y los directores generales del Departamento Nacional de Investigaciones y de la Policía Nacional, quienes convocaron una rueda de prensa que los convirtió en el centro de atención de todo un país conmocionado por el espectacular asalto a una sucursal del Banco Popular en Plaza Lama, pensé de inmediato: caramba, qué buena oportunidad para que le pidan perdón a la sociedad dominicana por la incompetencia mostrada frente a la desbordada criminalidad; o para anunciar su renuncia colectiva y permitir que otros se ocupen de una tarea en la que, evidentemente, han fracasado. Pero grande fue mi decepción cuando me enteré de que estaban allí cumpliendo instrucciones del presidente Danilo Medina, quien les ordenó perseguir “por aire, mar y tierra” al exmilitar John Percival Matos, identificado como el cabecilla de la banda que perpetró el asalto en Plaza Lama, como si fueran un grupo de muchachos al que su padre tiene que recordarles, con un oportuno boche y un jalón de orejas, cuáles son sus deberes y obligaciones. Con razón el ex militar no solo se mantuvo fuera del alcance de sus perseguidores luego de su último golpe, el pasado mes de septiembre, en Bella Vista Mall, sino que pudo planificar también otro asalto y salirse con la suya y un botín de casi cuatro millones de pesos y 25 mil dólares. Desde luego, después de que el presidente Medina ordenó su inmediata captura su suerte quedó sellada, por lo que es probable que cuando usted esté leyendo esta columna Percival Matos haya muerto en un intercambio de disparos. Pero habrá que agradecérselo al boche presidencial, y eso no nos hará sentir mas seguros cuando salgamos a las calles sino todo lo contrario, pues un Presidente tiene demasiados cartones que atender.