¿Por qué?

¿Por qué?

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
La inversión extranjera es la que se realiza cuando se inician o compran negocios fuera del país de los dueños del capital. En nuestro país, sin embargo, hay curiosas formas de inversión extranjera, difíciles de entender por los profanos en negocios internacionales y movimiento de capitales que ganan fabulosas sumas. Hay otros negocios que se hacen en los cuales, por la «linda cara» de algunos extranjeros y porque hablan un español horroroso, se hacen simpáticos a quienes toman decisiones importantes. La Honduras Rosario Minning explotó la mina de oro y plata de Pueblo Viejo, Cotuí, lo cual sirvió para que los extranjeros se hicieran más ricos y dejarnos un lago de cianuro que contamina buena parte de la zona y algunos huecos.

Nadie sabe por cuál arte de birlibirloque la Junta Monetaria autorizó que se le prestaran varios millones de pesos del ahorro nacional, para que iniciaran la explotación de la mina.

Aquella barbaridad pasó como buena y fue aceptada casi por todos, hasta que un amigo me llevó los documentos al diario El Nacional, donde trabajaba entonces, e inicié una campaña de denuncias del caso que llevaron a un miembro de la Junta Monetaria al despacho del doctor Rafael Molina Morillo, entonces dueño de ese diario.

La Junta Monetaria autorizó que se prestara a la Rosario, luego Dominicana, dinero del ahorro que guardaban los bancos de tantos infelices que llevan 5, 20, 100, 500 pesitos al mes para que luego se los presten a «los que tienen algo que perder», a los ricos, ya que los pobres carecen de garantías de repago.

¿Y a qué fue el miembro de la Junta Monetaria? A intentar convencerme de que lo que revelaban los documentos auténticos que empleé para las denuncias no era así.

El ingeniero Hugo Brache, quien se hacía llamar Hugh (jiuc), le pidió al doctor Molina sostener una entrevista conmigo y la condicioné a que Molina estuviera presente.

Sus argumentos no pudieron ser más pobres.

Unas dos o tres horas después de discusión decente y respetuosa de ambas partes, el ingeniero Hugh Brache se fue convencido de que no me pudo convencer con sus sofismas y alegatos sostenidos brincando en un pie.

El gobierno de entonces, presidido por el doctor Joaquín Balaguer, se vio precisado a separar un lingote de oro de un avión que llevaba la carga hacia el extranjero, para determinar los porcentajes de la aleación oro plata. Temía que la minera lo engañara. Nunca más se supo el destino del lingote.

En el gobierno se hacen muchos negocios donde se ponen los perros hambrientos a cuidar la rica, olorosa y gruesa longaniza.

Ahora que hay una interesante discusión de expertos en energía sobre el contrato para la instalación de plantas a carbón en la Línea Noroeste, es bueno que la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales explique:

  ¿Es que los ganadores de la licitación dijeron cuando participaron en la puja que no tenían garantías?

  ¿Es que quienes ganaron la licitación no van a realizar una inversión en el país y se requiere una garantía de los mañana usuarios del servicio?

¿Es inversión extranjera la que requiere de un aval del gobierno en donde realizará los negocios?

Pienso que esa inquietud de ignorante debe ser satisfecha, para que haya más transparencia en el negocio.

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