Píndaro está tropezando con todo… Parece atolondrado y cabeceando como si estuviera ‘tragueado’… ¿Cómo se explica?… ¡Él no bebe!…. A su encuentro viene raudo y veloz su amigo de infancia Maquico… “Eyyyy…. Cuidado, que te caes, Píndaro!” –le grita, mientras le agarra por la cintura y lleva su brazo derecha a colgarse de él… Luego, lo lleva a sentarse en una banqueta de piedra que encuentra a un lado de la calzada… Para su sorpresa, Píndaro lleva consigo un periódico que ha ‘presionado’ debajo de su brazo derecho…
Mientras Maquico le ayuda a acomodarse, le retira el periódico y lo abre… Es la hoja de la primera plana del HOY publicada el lunes 30 de octubre… Como si al parecer Píndaro hubiera hecho una minuciosa tarea luego de haberlo leído, unos círculos de un marcador rojo destacan unos porcentajes impresos en azul oscuro, debajo de los cuales hay unas frases que frizan al más caliente de los mortales… Sobre esos números ‘calientes’ –porque los números contables son ‘fríos’- aparecen unos círculos y dentro de ellos unos indicadores de fácil lectura… Por ejemplo, arriba de un ‘89’ –con signo de porcentaje al lado- hay dos manos sacando ‘cuartos’ de un sobre que, por el color, parecen dólares… Sobre un ‘67’ y su respectivo porcentaje al lado, aparece un aviso de ‘Alto’ con una mano que ilustra que el parar de una acción está latente… Y, al borde de la hoja, hay un 60.2% que tiene como círculo superior una foto subliminal de un individuo usando un sugestivo antifaz…
Han pasado ya unos quince minutos desde que ambos amigos tomaron asiento y Píndaro ha venido recobrando fuerzas… ¡Ha vuelto en sus cabales!… “Amigo…. ¿Qué estabas leyendo en esta página suelta que llevabas debajo de tu brazo?” –le cuestiona Maquico-… “El número más pequeño (60.2%), que aparenta ser el de menos incidencia, me ha puesto los nervios de punta –exclama Píndaro-… ¿Por qué tanta y tanta gente está convencida que, a la hora de votar, no les importa que los candidatos sean corruptos?… Parece que la tortilla se ha virado y a la moral la han vestido de inmoral…”.
“¡Ya veo por qué los partidos hacen lo que les viene en gana con esa mayoría de nuestra población! –exclama Maquico-… ¿Por qué nos quejamos tanto, si con el dolo somos permisivos y no nos importa que nos duela?… Mira Píndaro, a veces pienso que ‘los caramelitos’ que los partidos mayoritarios le dan a esa población que así piensa, están contaminados y les transfieren al estómago iguales deseos…”.
Mientras la conversación continúa entre ellos, en el banco de al lado están dos jóvenes, quienes inician una discusión entre sí… “Apuesto a que Píndaro y su amigo no han visto que, según la población, las principales instituciones están contaminadas hasta el tuétano…” -dice uno de ellos, mientras el otro le interrumpe- “Y, yo a ti te apuesto que ellos no se han dado cuenta de qué hay un convencimiento (68.8%) de que son los mismos partidos políticos los que tienen un desempeño negativo, y que esto les aleja de tener moral para enfrentar la corrupción”…
Al escuchar la discusión de los dos jóvenes, la curiosidad pica a Píndaro y Maquico, quienes abren entonces la hoja y se dan cuenta de que lo que han escuchado es real y que, como parte de esos resultados de la prestigiosa Gallup se puede inferir que más de la mitad de la población tiene la convicción de que la fuerza del negativo desempeño de los jueces, la Policía Nacional, la misma Presidencia de la República, la Procuraduría General de la República, el Congreso Nacional y la Suprema Corte de Justicia no les permite a ellos mismos, como instituciones, enfrentar la corrupción…”.
“¿Por quééééé?” –grita Píndaro-… ¿Por qué somos tan ciegos ante esa realidad?… ¿Por qué en nuestro interior decimos que somos buenos padres, buenas madres, buenos hijos, buenos sobrinos y sobrinas, buenos nietos y nietas… si la palabra ‘bueno’ debe ser avalada por nuestro proceder y, sin embargo, estamos permitiendo tanta irresponsabilidad institucional?… ¿Por qué, si poco más de dos tercios de la población cree que todavía se puede hacer algo para evitar la corrupción nos corrompemos más cada día?… ¿Por qué será que no vemos más allá de la punta de nuestras narices?… ¿Por qué?… Erik Del Búfalo ha dicho: ‘De nada sirve que se caigan todas las caretas, si tú te sigues tapando los ojos’.