Haití. La mayoría de la gente no piensa en Haití como un destino de compras. A menos que sean cubanos.
Cada tarde, cientos de cubanos revolotean por una encrucijada llena de baches en la capital del país más pobre del hemisferio buscando ropa, bombillas, perfumes y otros productos que escasean en su país.
Los vendedores haitianos ponen reggaetón cubano a todo volumen para atraer a la clientela. En un café abierto hace un año, decorado con banderas cubanas pintadas, Angelina Luis Domínguez, natural de La Habana, y su sobrina Yeleny Terry Luis sirven frijoles negros, arroz y cerdo asado a sus compatriotas a la hora de comer.
“Hay miles, por todos (lados)”, dijo Domínguez. “Antes eran cuatro o cinco; ahora se ha minado. Es Cuba que creo que está aquí”.
El “mercado cubano” de Puerto Príncipe forma parte de un comercio global estimado en más de 2.000 millones de dólares, alimentado por la confluencia entre el incremento de la libertad de los cubanos para viajar con el continuo control que ejerce el estado comunista en la economía en el país.
Ropa, artículos de hogar, hardware, productos de cuidado personal y otros cuestan dos o tres veces más en las tiendas estatales en Cuba que en otras partes. Y eso cuando están a la venta en una economía lastrada por una escasez incesante. Es más, el monopolio estatal cubano de importaciones y exportaciones excluye al pequeño pero vibrante sector privado, que emplea a más de medio millón de personas que suelen ganar tres o cuatro veces el salario de un empleado estatal.
Desde que Cuba eliminó un odiado permiso de salida hace cinco años, los cubanos llenan vuelos a lugares con requisitos de entrada fáciles. En Puerto Príncipe, la ciudad de Panamá, Cancún, Guyana, Trinidad y Tobago, e incluso en Moscú, llenan sus maletas con artículos para uso personal y los venden de regreso en su país.
En Panamá, la zona libre de Colón tiene una “pequeña Habana” donde los cubanos se dejaron 308 millones de dólares el año pasado, y van camino de gastar quizás hasta un 8% más en 2018, dijo Luis Carlos Saenz, subdirector general del área franca.
“Ahora tenemos una importante clientela cubana que viene a hacer compras hace una contribución significativa a los negocios de la zona”, explicó Saenz.
Panamá está tan ansioso por este comercio que su embajada en La Habana ha empezado a entregar “tarjetas de turismo” inmediatas a cubanos con licencias de negocio privado, que eliminan la necesidad de pasar por un largo proceso de solicitud de visa.