Hay diferentes factores que inciden en que las personas se contagien, incluyendo el grupo sanguíneo (Getty Images)
Ya más de 572 millones de personas en el mundo han sido diagnosticadas con COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Incluso, algunos se han vuelto a contagiar hasta 4 veces y se sospecha que 1 de cada 4 han tenido la infección sin síntomas.
Sin embargo, otros no han adquirido la infección por el coronavirus, y son motivo de investigación de los científicos.
La idea es desentrañar qué factores contribuyen el sistema inmune de esas personas que tienen la capacidad de impedir la infección. Les llaman los “Nunca COVID” o, en los Estados Unidos, los “NOVID”.
“Probablemente se trate de una combinación o de ser cuidadoso, tal vez de haber sido bendecido con un buen sistema inmunitario”, dijo Charley Ding, un anestesista de Illinois que hasta ahora ha podido evitar contraer el COVID-19, incluso cuando muchos de sus colegas lo contrajeron.
Aunque algunos piensan que “también sólo fue suerte”. Actualmente, hay investigadores en diferentes países que están estudiando los posibles factores que podrían impedir que el coronavirus infecte a algunas personas, o que afecten a la forma en que alguien responde al virus.
Algunas de las investigaciones están analizando los genomas de los pacientes de COVID-19 en busca de variaciones o mutaciones genéticas que pudieran afectar su respuesta inmunitaria o a su susceptibilidad al coronavirus.
Según Gigi Gronvall, inmunóloga y académica del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins, la predisposición genética a la infección “se observa en otras enfermedades en las que las personas tienen uno o varios factores que interfieren en la unión del virus a las células o en su transporte”.
En España, se realizaron dos estudios serológicos que permiten distinguir la inmunidad inducida por las vacunas y la natural. Uno de ellos se hizo en la Comunidad Valenciana y reveló que el 52% de los analizados había estado infectado. Significa que el 48% de la población no ha tenido el virus.
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El segundo estudio se llevó a cabo en Navarra: el 62% de la población se ha contagiado, aunque se hizo antes de la última ola por Omicron BA.4 y BA.5.
Salvador Peiró, uno de los autores del informe valenciano, consideró que es posible que tres cuartas partes de los españoles ya hayan estado contagiados una o más veces, pero es una simple estimación que tratará de refrendar con un estudio similar en unos meses.
También una colaboración internacional ha reclutado a más de 10.000 personas que han convivido en la misma habitación al menos cinco días y en contacto directo con pacientes positivos, y no han sido infectadas.
Se trata de secuenciar su genoma en busca de patrones comunes y que los diferencien del resto que sí es susceptible de contagiarse.
Una de las científicas que trabajan en este estudio es Aurora Pujol, médica genetista y profesora ICREA en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER).
“Debe de haber componentes genéticos que no permiten la entrada del virus”, sospecha Pujol. “La idea es entender mejor el mecanismo para poder desarrollar nuevos fármacos personalizados o usar algunos que ya existen. Es un proyecto de medicina genómica para mejorar nuestra respuesta a las pandemias. Más allá de contestar a ‘por qué algunos no se contagian’, queremos dar respuesta a una pregunta mayor: por qué la respuesta humana a este virus es tan diferente. La hay desde la mayoría que no tienen síntomas o muy leves, a los pacientes que se mueren en la unidad de cuidados intensivos, y no siempre porque sean mayores o porque tuvieran patologías previas”, comentó Pujol al diario El País.
En otros estudios se ha comprobado cómo las mutaciones en la vía de interferón, que son un conjunto de más de 20 genes y son la primera barrera de la respuesta inmune para frenar el virus, pueden afectar a la gravedad con la que los pacientes sufrían la enfermedad.
Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, consideró que, “como todo en biología”, no habrá una sola causa que explique por qué algunas personas no se infectan, sino que serán múltiples.
Unas alteraciones en la enzima ACE2 (el receptor del virus) y en una proteína llamada TMPRSS2, que influye en la puerta de entrada del patógeno al organismo, podrían estar detrás de una mayor o menor susceptibilidad de contagiarse.
El grupo sanguíneo también se ha relacionado en diversos estudios: el 0 con menor posibilidad de contagio y el A, con mayor. Y hay toda una serie de alteraciones genéticas que se están estudiando sobre la predisposición a enfermar gravemente o morir.
Las mutaciones protectoras frente a patógenos ya se conocen para otras enfermedades, como el VIH y la malaria o paludismo. El reto de la ciencia es estudiar la interacción entre los patógenos y el organismo humano para poder tratar las infección con mayor eficacia.
En el caso del COVID-19, saber más sobre la inmunidad natural al virus que tienen las personas que no se han contagiado podría servir para desarrollar fármacos que estarían seguramente indicados para las personas más vulnerables o las inmunodeprimidas.