Para Estados Unidos China es un enemigo más peligroso que la Unión Soviética y la Unión Europea ha declarado que China es una amenaza potencial para ellos. Durante casi cincuenta años el mundo estuvo dividido en dos grandes bloques militares que habían alcanzado un equilibrio militar, suficiente para hacerle comprender a la contraparte de que la capacidad de contraataque ante un golpe sorpresivo sería inevitable y demoledor. Esa llamada Guerra Fría se caracteriza por un momento en que el mundo estuvo al borde la guerra nuclear pero la realidad estratégica de los posibles contendientes – OTAN y Pacto de Varsovia – aconsejaron precaución y no se dio la gran conflagración. De momento, una de las contrapartes se evaporó, la Unión Soviética y aliados euro orientales desaparecieron y el mundo se adentró en una etapa que he llamado “Paz Caliente” (ver mi artículo del 24 de noviembre de 2014 en esta misma columna, “De la Guerra Fría a la Paz Caliente”), al no ver contrapeso, de momento, la parte triunfadora creyó llegado el momento de reestructurar el mundo según sus intereses pero pronto la realidad demostró que no era viable. No importa que Rusia y EEUU tengan cada uno más de dos mil misiles nucleares y China tenga menos de 400, es suficiente para desaparecer la civilización que conocemos.
Existe el criterio de que la URSS perdió la confrontación con Occidente en el plano económico; su economía no resistió la competencia de la “guerra de las galaxias” que desató el Ronald Reagan. A la Vez, si bien la nueva camada de nuevos países que surgieron a la vida independiente producto del proceso de descolonización se acercaron más a posiciones de la URSS, lo cierto es que el modelo que proyectaba Moscú no resultó exitoso y fue a la bancarrota. Un gran trauma para los que pensaban que podía construirse un mundo sustentado en justicia social.
Sin embargo, ese no es el caso de la República Popular China, quizás analizando la experiencia negativa de la URSS adoptó una estrategia de “apertura y reforma” y todos vemos a lo que la ha llevado. Se ha convertido en la segunda economía mundial en marcha a ser, en breve, según FMI, el líder económico del planeta. Lo ha logrado con una mezcla utilizando las potencialidades de la economía de mercado con las de una economía planificada donde el Estado mantiene el control de sectores clave para poder garantizar una política social, también exitosa, que ha convertido en clase media a 800 millones de individuos y a punto de hacer desaparece, en 2020, los residuos de pobreza que aun mantiene. Sí, es cierto, demasiado peligro.
Ahí radica la “amenaza” que unos y otros se fuerzan en ver en China. Una economía extraordinariamente dinámica y floreciente boyante de recursos que le permite impulsar políticas que contravienen lo que prevalecía en el mundo hasta ahora. Sin dudas restringe el campo del predominio que se imponía y debilita los hegemonismos. Claro que tiene que verse como un enemigo. Y quizás tengan razón; un nuevo actor muy poderoso para intereses de dominio.