¿Por qué digo Mé/j/ico si me obligan a escribir Mé/x/ico?

¿Por qué digo Mé/j/ico si me obligan a escribir Mé/x/ico?

Para la última semana de diciembre (2012) acudí a un centro de digitación, que visitaba por primera vez, en razón de que los servicios regulares que utilizo cierran los finales de diciembre y principios de enero, 2012-2013, en este caso.

Había dificultad para mí por exceso de trabajo, debido a las navidades, circulación de vehículos, entaponamientos consabidos. Aparte fechas de conmemoraciones que se trasladan para otras jornadas, como lo fue (una vez) el día de Reyes, oportunidad que se nos agrava con juguetes y regalos, si es que aún contamos con recursos en los bolsillos. Fui a parar a un centro en urgencia de que me “tipiaran” un artículo que debió aparecer el domingo 30 de diciembre. En la primera parte del texto mencionaba Mé/j/ico, escrito de esa manera, que es como lo acostumbro y que es mi convicción. Escuché algo, pero no fue muy alto ni muy claro. Hablaba el digitador. Por tanto, nada dije.

Con todo, estuve a la expectativa. Cerca de la mitad del trabajo, el señor se expresó con claridad:

– Mé/x/ico es con /x/ equis.

Pero me quedé pendiente de una nueva alusión.

En efecto, poco después escuché el ritornelo:

–    Mé/x/ico es con /x/.

Lo decía sin mirarme mientras continuaba su trabajo. Le dije:

– Perdóneme un momento. Muchas de las palabras de la época de la hispanización se escribían con equis /x/: /X/imena, /X/amaica, Te/x/as, “Dí/x/ole don Qui/x/ote al escudero”. Es decir, que para aquellos años, el mismísimo don Miguel de Cervantes y Saavedra lo tuvo que manejar así. Hoy ya eso es una forma del pasado. La inmensa mayoría de esas escrituras pasó, poco a poco al empleo de la /j/: /J/amaica, Te/j/as, dí/j/ole, Qui/j/ote, /J/imena, /J/imenes…

Así se desenvuelven los idiomas; las escrituras evolucionan hacia formas de unificación y desarrollo; o es penetrado por otra lengua dominante o más evolucionada. Las lenguas no son rigorosamente estacionarias ni indiferentes al acomodo que exige la comunicación para la efectividad y mejor funcionamiento de sus códigos: oral y escrito.

Algunas cosas pueden permanecer por más o menos tiempo. Pero no podemos afirmar que serán permanentes ni inmóviles y eso no lo dice la gramática ni un hablante. Eso es decisión y práctica de la mayoría de los usuarios de un idioma y cosas que hoy nos inclinan a saber por qué esto es así, encuentran respuestas en un decir anterior ya desaparecido. ¿Por qué conjugamos /anduve/, /anduviste/ anduvimos, es decir, con desinencias que no corresponden al modelo de la primera conjugación /amar/:

Presente: am/o/

Pasado: am/é/

Futuro: amar/é/.

/Tomar/:

Presente: Tom/o/,

Pasado: Tom/é/

Futuro: Tomar/é/.

 De mantener uniformidad (regularidad) /andar/ se manejaría en el pretérito indefinido: and/é/, andast/e/; y en el pretérito imperfecto del subjuntivo: and/uviera/ o and/uviese/, sería andara o andase y hasta ahí llegamos, por esta vez. 

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