¿Por qué es el árbol símbolo de la Navidad?

¿Por qué es el árbol símbolo de la Navidad?

El origen del árbol navideño se remonta a la época comprendida entre el segundo y tercer milenio antes de Cristo. En aquel entonces, una gran variedad de pueblos indoeuropeos que se expandían por Europa y Asia tenían a los árboles como expresión de las fuerzas fecundantes de la Madre Naturaleza, por lo que les rendían culto.

El fuerte roble fue en muchos casos el árbol rey. Al llegar la caducidad de sus hojas, su aspecto desolado era compensado con diferentes adornos tratando de atraer el espíritu de la Naturaleza que se creía huido.

La leyenda cuenta que en la primera mitad del siglo VIII un roble que los paganos creían sagrado cayó sobre un abeto, pero éste quedó milagrosamente intacto, por lo que fue proclamado el árbol del Niño Jesús. Su forma triangular se explicó como representativa de la Santísima Trinidad, con el Dios Padre en la cúspide.

El moderno árbol de Navidad proviene de Alemania y sus primeras referencias datan del siglo XVI. Hasta el siglo XIX no llegaría a Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, China y Japón. En España empezó a penetrar en el primer cuarto del siglo XX y en la actualidad se encuentra arraigado en la mayoría de Europa y Latinoamérica.

Los adornos del árbol

Las bolas, estrellas y herraduras que hoy cuelgan del árbol de Navidad representan las primitivas piedras, manzanas u otros elementos que en el pasado adornaban el roble, predecesor del actual árbol navideño. Cada uno de estos ornamentos tiene de por sí un significado.

Así por ejemplo, antes de que fueran sustituidas por bombillas eléctricas de colores, las velas eran uno de estos adornos: simbolizan la purificación y su llama se entendía como la representación de Cristo, la luz del mundo.

Las herraduras son un clásico amuleto que atrae la buena suerte. Las habituales piñas se utilizan como un símbolo de la inmortalidad y las campanillas como muestra del júbilo navideño.

Las manzanas o las bolas de colores, su más tradicional variante, desarrolladas por los sopladores de vidrio de Bohemia del siglo XVIII, son signos propiciatorios de abundancia.

Por último, las estrellas anuncian los designios de Dios. Según cuenta la Biblia, cada estrella tiene un ángel que vela por ella, creencia que soporta la antigua idea de que cada una de las que puebla el firmamento es en sí misma un ángel. La que copa el árbol de Navidad se refiere a la de Belén.

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