Un Partido Revolucionario Dominicano (PRD) dividido, ocho años en la oposición y una corta trayectoria reconocida como político son algunos de los factores que rodean el lanzamiento de la precandidatura del economista Luis Abinader.

No es un secreto para nadie que el partido blanco está pasando por una de sus crisis internas más graves, debido a que en esa organización partidaria no se visualiza un líder natural, sino un presidente institucional, Miguel Vargas Maldonado, y un expresidente de la República, Hipólito Mejía, que luchan entre sí por lograr conquistar el respaldo de los miembros de esta entidad política.

No se puede negar que Abinader goza de gran simpatía en el país, que desde que se ha visto vinculado a la actividad política se ha mantenido con una actitud conciliadora y de respeto a sus compañeros de partido. Sin embargo, se podría definir como contraproducente el inicio de sus actividades proselitistas cuando no cuenta con un PRD unificado y decidido que lo pueda respaldar.

Además, al dar a conocer sus planes de aspirar a la candidatura presidencial para el certamen electoral del 2016, lo hizo sin poseer un historial de acciones sociales que la población pueda señalar como su aporte al país, con miras a ocupar la primera magistratura del Estado.

Entonces, habría que preguntar: ¿De qué forma Abinader articulará su proyecto presidencial sin el respaldo de un partido? o ¿Será que está aspirando a perder?