¿Por qué es importante mantener
la estabilidad económica de un país?

¿Por qué es importante mantener <BR>la estabilidad económica de un país?

POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
En los últimos 15 o 20 años la evaluación analítica que pudiera hacérsele a una economía nacional ha cambiado mucho la forma de pensar, tanto en el mundo académico como en los bancos centrales. Hoy día se privilegia la estabilidad como forma de crear uno de los andamios más importantes para el crecimiento.

Pero en realidad, se reconoce que se requiere bastante más para crecer. La tarea macroeconómica es una condición necesaria solamente, pero para crecer en forma sostenida no hay duda de que se requiere primero estabilizar.

Con desorden macroeconómico, el público está preocupado por subsistir en vez de producir. Pero los países que crecen son los que están poniendo orden y disciplina económica. La gente puede entonces empezar a preocuparse en producir después de estabilizar y poder realizar cálculos económicos y dedicarse al desarrollo. La buena noticia es que esto está llegando a todo el mundo porque los bancos centrales y los gobiernos han privilegiado la estabilidad. Por eso hoy en día no solamente se tiene un respaldo analítico ante el logro de una disciplina económica sino también que, en la práctica, todo el mundo va hacia la estabilidad como una precondición del crecimiento.

LA MACROECONOMÍA DE LA ESTABILIZACIÓN

Para que un país pueda poner en práctica sus políticas macroeconómicas, las autoridades económicas emplean un conjunto de variables denominadas instrumentos de política económica, entre los que se destacan los impuestos, el gasto público, la cantidad de dinero y el tipo de cambio. Dependiendo de las circunstancias que experimente una economía se elaboran políticas, encaminadas a fortalecer, cambiar o ratificar políticas económicas aplicadas con anterioridad. Así, para lograr aplicar con éxito un programa macroeconómico la política económica se clasifica en tres grandes ejes: (1) lograr estabilización macroeconómica y obtener confianza por parte del público; 2) lograr un crecimiento económico sostenible; y 3) alcanzar desarrollo económico y social.

La estabilización macroeconómica está centrada en dos áreas principales de interés que son: a) el ajuste que pueda hacérsele a la demanda agregada (consumo e inversión); y b) el ajuste que pueda hacérsele a la oferta agregada (Producto Interno Bruto e importaciones). En una economía, la interacción entre los mercados de dinero, bienes y factores influye directamente en la producción real, el empleo y el nivel de precios. Por eso, las políticas de estabilización están integradas por el conjunto de medidas gubernamentales que intentan controlar la economía, con el fin de mantener el PIB cerca del nivel máximo al que se estima pudiera llegar (potencial). Estas políticas pueden tener carácter expansivo o restrictivo. Las primeras, pretenden aumentar el PIB efectivo, para disminuir la brecha de producción o recesiva existente, mientras que las segundas, tratan de reducir el PIB efectivo en relación con el potencial. La estabilidad se mide tanto por el mantenimiento de un nivel de inflación baja y predecible como por mantener una cuenta corriente de la balanza de pagos que sea sostenible en el tiempo (déficit externos al comienzo, superávit después, pero el punto de referencia es que el saldo de deuda del país pueda ser financiable).

OBJETIVOS DE LA ESTABILIZACIÓN

La estabilización económica es una condición «sine qua non» en cualquier país. Y es importante porque ante todo puede lograr reducir costos políticos y económicos. Normalmente, para obtener niveles de estabilidad en una economía se persiguen al menos enfrentar cinco objetivos básicos: (1) superar la inestabilidad macroeconómica, juzgando los resultados por medio de los cuatro grandes indicadores que nos afectan directamente; esto es la tasa de inflación, la tasa de crecimiento de la producción, la tasa de desempleo, y el nivel de endeudamiento; (2) desequilibrios entre oferta y demanda, manteniendo políticas económicas que equilibren el consumo, la inversión y las demandas por parte del gobierno; (3) desequilibrios entre ahorro e inversión, buscando que el sistema financiero pueda fortalecerse para que sea el principal facilitador de recursos para la generación de inversiones nuevas; (4) desequilibrios en la balanza de pagos, buscando la aplicación de políticas económicas ajustadas a la propia realidad del país, reduciendo las importaciones de bienes no indispensables, aumentando la productividad, o reduciendo el gasto del gobierno; y (5) desequilibrios entre ingresos y egresos fiscales, buscando reducir gastos innecesarios o, por el contrario, analizando opciones para poder aumentar la presión tributaria vía mayores ingresos, mejorando los márgenes de evasión fiscal o mejorando el cobro de los impuestos.

No hay duda de que bajar la inflación también tiene costos de corto plazo, lo que se asocia con la famosa «Curva de Phillips» (la relación entre inflación y desempleo). Bajar la inflación exige ajustes y restricciones pero también hay beneficios de largo plazo que, desde el punto de vista del valor presente, conviene pagar. Hay un costo de corto plazo de bajar la inflación, pero esa es la forma de lograr beneficios mucho más permanentes. Además, una inflación baja y predecible requiere a su vez una situación fiscal saneada, utilizando instrumentos de políticas más directos como pueden ser la política cambiaria o la política monetaria, obteniendo así un «ancla nominal» para bajar la inflación. La estabilidad tiene justificación, en gran parte, por los costos económicos que tiene la inflación desde el punto de vista de pérdidas de eficiencia (niveles de producto más bajos) y también desde el punto de vista social. Y es que el colapso del sistema social y del sistema político de muchas economías ha estado relacionado con un desorden a nivel macroeconómico, lo que en la mayor parte de los casos ha sido suficiente para desembocar o generar crisis políticas y económicas. En América Latina, 20 años atrás cuando la inflación llegaba al 20%, lo celebrábamos. Hoy día, la percepción ha cambiado en la dirección correcta.

Así, la política monetaria tiene un rol importante en la política de estabilización de un país en el corto plazo. En este momento, incluso en los países industriales, existe un rol de restringir la cantidad de dinero para subir las tasas de interés y así evitar un despegue de la inflación. Y si bien la política monetaria no tiene capacidad de aumentar el crecimiento a largo plazo (mantener una tasa de desempleo algo más baja por un periodo largo de tiempo, puede transformarse en inflación), si puede crear el andamiaje necesario para el crecimiento sostenido, manteniendo un nivel de liquidez acorde a lo que el país puede producir. Para crecer se requiere acumular factores productivos y mejorar su eficiencia con políticas que lleven a una tasa de inversión más alta y que pueda generar una mayor y mejor acumulación de capital humano.

Otra estrategia antiinflacionaria para reducir costos de corto plazo que le es atractiva a muchos funcionarios tiene que ver con los movimientos de capitales. A algunos países les gusta controlar capitales pero lo que no les agrada es darse cuenta de que su efectividad es muy limitada. Hacer cumplir el control de capitales es prácticamente imposible. Si es un buen negocio, es decir, si la diferencia de tasas de interés es considerable, la gente le cambia de nombre y los capitales siempre entrarán (lo crea o no la autoridad) y esto es especialmente importante en un mundo de mucha volatilidad de capitales. En particular, si la autoridad busca aplicar una política monetaria restringida bajo condiciones de libre entrada de capitales y flexibilidad cambiaria, habrá una repercusión de uno a uno en la apreciación real del tipo de cambio, porque la afluencia de capitales aprecia la moneda. Igualmente, una política fiscal expansiva con una política monetaria muy apretada, puede atraer muchos capitales y generar también una apreciación real de la moneda. Eso no pasaba en décadas anteriores. Para la gente que manejaba los bancos centrales en los 80’s es una sorpresa, porque antes nadie prestaba a América Latina. Hoy el mundo es distinto, es integrado y eso debe tomarse en cuenta en el diseño moderno que exige la política monetaria.

Los recientes estudios empíricos muestran algo de discrepancia a partir de qué nivel la inflación empieza a ser costosa para el crecimiento, pero parece que el punto de quiebre (más allá del cual la inflación tiene altos costos en crecimiento) es alrededor de un dígito. Esto lleva a los bancos centrales modernos a perseguir el objetivo de bajar la inflación para llevarla a niveles de un dígito, amortiguando sus efectos a través de la búsqueda del equilibrio entre el sistema tributario, la rentabilidad del capital, la tasa de inversión y el nivel de ahorro de un país.

INFLACIÓN Y CRECIMIENTO

Los estudios empíricos de inflación y crecimiento fueron, por muchos años, un campo muerto en economía. Se pensaba que crecimiento era solo resultado de la acumulación de factores productivos y de lo que se llamaba «mejora tecnológica». En los últimos años ha habido toda una renovación en el estudio del crecimiento endógeno, la misma que trata de explicar por qué el proceso tecnológico es distinto de un país a otro y cuáles son los factores que lo afectan. Las condiciones iniciales son importantes, pero es tan esencial tanto el nivel de apertura, la acumulación de capital físico como la de capital humano, facilitando también la adaptación de nuevas tecnologías. Un país puede estar creciendo más, no porque es más estable macroeconómicamente, sino porque ahorra e invierte más, o porque tiene mejor capital humano. Controlando estos factores adicionales, Stanley Fischer (1996) demostró una vez que una inflación de 10% anual es considerada una irresponsabilidad macroeconómica que un gobierno paga en su próxima elección.

Los mecanismos adversos por los que actúan las inflaciones altas son básicamente a través de menor eficiencia en el uso de factores. Con inflaciones altas, se entra mucho a lo que los economistas llamamos «juego de suma cero». Los que anticipan mejor la inflación le quitan a los que anticipan peor, pero sin afectar el crecimiento. Los analistas están de acuerdo en que inflaciones relativamente altas distorsionan los precios relativos, las tasas de interés y provocan procesos de incertidumbre (falta de confianza), ofreciendo información negativa para la productividad y la inversión. La tasa de interés real constituye un precio relativo clave por el que la gente tiende ahorrar e invertir menos, afectando la acumulación de factores. Inflaciones altas hacen que el mejor ejecutivo dedique tiempo a la mesa de dinero en vez de dedicarlo a los procesos productivos, reduciendo la eficiencia que pudiera generarse en el uso de los recursos.

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El autor es economista y profesor universitario.

adolfomarti@verizon.net.do

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