Lo hemos dicho a través de las verdes páginas de este cotidiano, y lo repetimos ahora: los pronósticos indican que, en estos momentos de “nearshoring” o relocalización de empresas, el país recibirá una lluvia de inversiones que nos permitirá cultivar buenos frutos.

Su estabilidad política y entorno regulatorio que debemos perfeccionar, su condición de aliado altamente valorado por los Estados Unidos, su cercanía geográfica al mercado estadounidense y la posesión de recursos valiosos y estratégicos, como los minerales contenidos en las tierras raras, son herramientas en que debe apoyarse el país para desarrollar una estrategia negociadora, en una nueva era en que en que política exterior estadounidense se apoya más en lo transaccional que en valores, para obtener a cambio facilidades de entrada al principal mercado del mundo, financiamientos e inversiones que generen en nuestro país empleos de calidad y fortalezcan su condición de suplidor confiable.

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Obviamente, para recibir las inversiones, el país debe, además de continuar mejorando el entorno regulatorio, seguir preparándose en dos áreas que debe ser atendidas con prioridad: en el capital humano calificado y en la construcción de los parques industriales que acogerán a esas inversiones.

En lo primero, el país está dando pasos que hay que redoblar. Además de una mejor formación en las aulas, se requiere de crear un ecosistema que promueva la innovación y el emprendimiento. Nunca debemos dejar pasar inadvertido que el capital humano es un factor clave para el desarrollo de los parques industriales, ya que una fuerza laboral capacitada, que aumenta la productividad y la calidad del trabajo, constituye uno de los principales atractivos para nuevas inversiones que apuestan al futuro.

Y en cuanto a lo segundo, es muy prometedor el anuncio que acaba de hacer el presidente Luis Abinader de que el Gobierno, en coordinación con el sector privado, construirá parques industriales y zonas francas en varias regiones del país. Los necesitamos.

Obviamente, deberíamos estar pensando en parques industriales que superen los de la época en que las zonas francas se reducían a lo textil y alcancen la condición de infraestructura de alta calidad y moderna, que faciliten el uso de equipos de avanzada tecnología.

Estos parques deben estar dotados de una infraestructura de primer nivel, con acceso a recursos humanos calificados, y deben estar ubicados en la proximidad de puertos y aeropuertos, conectados por vías terrestres en buenas condiciones.

Además, deben estar protegidos por verjas o murallas infranqueables, con entradas y salidas de personas, vehículos y cargas controladas por personal de la Dirección General de Aduanas. Y lo que es más básico: deben estar asegurados los servicios básicos de electricidad, agua, gas, transporte y seguridad.

Si lo hacemos de esta manera, generaremos el clima apropiado para que la lluvia de inversiones se produzca y cosechemos sus frutos.