Es una obra interesante. Sus 589 páginas, son una radiografía de los diferentes regímenes políticos, económicos y sociales que desde antes de la formación de los Estados- Nación, hemos conocido en la humanidad.
Los patrones que han seguido los llamados líderes de las principales naciones del mundo, para transformar las diversas estructuras de sus respectivos países, la gran mayoría de estas con patrones poco favorable al grueso de la población, son en esencia, las herramientas de las que se valen los autores para estructurar una obra de gran valor, que como esta, nos dan claras señales para darnos cuenta, cuales son aquellos modelos que nos han regidos.
“Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”, de los intelectuales Daron Acemoglu y Jame A. Robinson, el primero y de acuerdo a los datos encontrados en los lugares de navegación cibernética, nació en Turquía, aunque en la actualidad, reside en los Estados Unidos, en donde es profesor de Economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y ganador de la Medalla John Bates Clark en 2005.
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Mientras que el segundo, James A. Robinson, británico, es politólogo, economista y profesor en la Universidad de Harvard. Experto en política y economía latinoamericana y africana, está considerado como uno de los mayores especialistas en estos campos.
Ya adentrándonos al tema en cuestión, que es el análisis del presente texto que de manera concisa nos hemos planteado en las siguientes líneas, podríamos comenzar diciendo, que a todo lo largo del libro, los autores nos plantean el por qué algunos países son pobres y otros ricos.
Esto mayormente se debe a la ignorancia y a la desigualdad en los que muchos de los líderes que controlan estas naciones las sumergen, ya que “Una economía de mercado es una abstracción que tiene por objetivo capturar una situación en la que todos los individuos y empresas puedan producir, comprar y vender libremente cualquier producto o servicio que deseen” (página 84).
Al detenernos en las pasadas líneas, ahí mismo nos vamos dando cuenta, (esto no ya una teoría de los escritores del libro que analizamos, sino nuestra), que durante la pasada administración gubernamental de la República Dominicana, en donde y según los datos que a diario nos dan los diversos medios de comunicación, nuestro país se vio terriblemente afectado por los tentáculos de unos poderosos sectores, que enquistado en el poder político y económico, atravesaron los umbrales de la decencia para aumentar mediante turbios negocios, sus personales arcas y las de sus entornos, lo que nos pone dentro del carril del comportamiento extractivo, según las teorías del texto en cuestión.
Volviendo al plano general, continúan diciendo los autores, que el modelo extractivo coloca a esas naciones en un terrible escenario, en donde “Dichos fallos, proporcionan las bases para una teoría de desigualdad del mundo, ya que, cuanto más fallos del mercado dejen de abordarse, más probable es que el país se empobrezca” (Página 84), todo esto muy a pesar según nuestro análisis, de cuantas inversiones hagan los gobernantes, ya que parte de esos recursos en donde se tienen programadas dichas inversiones, van a parar, como expresáramos en el párrafo anterior, para beneficiar una cúpula que siempre está muy próximo al centro del poder político de esas naciones.
Esto, de acuerdo Daron Acemoglu y Jame A. Robinson, tiene un nombre dentro del esquema que dichos autores precisan y se denomina: “La Hipótesis de la Ignorancia”, y la misma, ha resultado ser una constante en la mayoría de las naciones, muy a pesar de cuantas inversiones se hagan, ya que sus gobernantes cuando escogen el método extractivo, mantienen esos países subyugados en la ignorancia y dentro de una extremada pobreza mental, que no les permite a sus organizaciones desarrollar marcos tendentes a cambiar de estatus para pasar de ser países inclusivos, modelo antagónico al planteado más arriba.
Plantean, que “El éxito económico de los países difiere debido a las diferencias entre sus instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los incentivos que motivan a las personas” (página 95), en donde continúan diciendo, pero esta vez en la página 101, que “El precio que pagan estos países por el bajo nivel educativo de su población y la falta de mercado inclusivo es elevado. No consiguen movilizar sus talentos. Tienen muchos Bill Gate en potencia y quizás uno o dos Albert Einstein que ahora trabajan como agricultores pobres, sin estudios, forzados a hacer lo que no quieren hacer o reclutados para el ejército, porque nunca han tenido la oportunidad de elegir la profesión que quieren en la vida”.
“Cuando el Estado no logra prácticamente ninguna centralización política, la sociedad tarde o temprano, llega al caos, como el caso de Somalia” (Página 103), y nosotros les agregaríamos a nuestros vecinos más cercanos, Haití, en donde impera una gigantesca anarquía, todo esto ante la inobservancia de las potencias que dicen defender los derechos humanos.
En Haití se han ido creando con el paso de los años, profundos desniveles sociales entre la minúscula élite rica, poderosa, y un estruendoso grueso poblacional indigente, algo que desde hace más de 40 años nos viene creando a los dominicanos, un terrible dolor de cabeza, con mordaces críticas por parte de esos sectores internacionales que tienen las posibilidades de hacer algo para dignificar aunque sea un poco la vida de los haitianos, pero que lastimosamente no lo hacen, dejándonos en medio de una terrible odisea que no les han permitido a los últimos gobernantes desarrollar un esquema migratorio acorde a lo que dictan las reglas tanto nacionales como internacionales.
Señalan los autores en la página 403, que “Las instituciones políticas extractivas no proporcionan control contra los abusos de poder”, algo que se vio recientemente en República Dominicana y que lastimosamente se repite en muchos de nuestros países latinoamericanos, sobre todo aquellos que como el nuestro, está sumergido en término de lo que es la educación política, en un tercermundismo que raya en el espanto, y más adelante, en la misma página argumentan que “Cuando existen instituciones políticas extractivas, hay poco control del ejercicio del poder”.
“Quienes controlan el Estado, se convierten en beneficiario de este poder excesivo y de la riqueza que genera” (Página 405), lo que provoca que desgraciadamente, esos países en donde sus gobernantes y líderes políticos, entiéndase del llamado oficialismo y hasta de la oposición, diseñen de manera hasta si se quiere soterrada, estrategias anti éticas para de esta manera esas mismas élites de todos los colores no importan que sean de bandos o partidos contrarios, perpetuarse en el poder para beneficio de sus respectivos comensales, lo que a su vez tal y como lo plantean, “da apoyo a las instituciones políticas extractivas, porque la riqueza económica y el poder compran poder político” (página 418).
Finalmente, como politólogo queremos expresar, que se hace necesario que en el seno de nuestras organizaciones políticas y de los principales núcleos sociales, se susciten convenios en pos de desarrollar a través de las instituciones que se entiendan pertinentes, programas tendentes al desarrollo de la educación política en la República Dominicana, mandato que está estipulado en nuestra ley de Partido Políticos (33-18) en sus artículos que van desde el 34 hasta el 39, para de esta manera el país se pueda enrumbar por mejores senderos.
Durante la pasada gestión que encabezara el expresidente Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se constituyeron varios movimientos sociales, los cuales y a través de Marcha Verde, por ejemplo, llevaron la voz cantante y de manera pacífica la lucha hasta los diferentes rincones nacionales.
De manera pues, que estamos ante un texto rico en informaciones, y sobre todo, un libro en el que sus autores enamoran al lector a continuar escarbando en cada una de sus 589 páginas, para de esta manera conocer un poco más, por qué nuestros países no logran su desarrollo sustentable y nos mantenemos postrado en un tercermundismo que no nos ha permitido crecer en materia política, económica y social.