Por qué insistir en tener fe

Por qué insistir en tener fe

Tanta es la insistencia de Jesucristo en que tengamos fe, la de tantos que han servido a Dios, que uno siente que debe haber mucho más implicado en dicha insistencia. Conocemos a muchas personas inteligentes que se pavonean de no tener fe y hasta de negar la necesidad de esta.

Hombres y mujeres de ciencia, profesionales, investigadores, y aún a personas corrientes que hacen alarde de su real o supuesta capacidad de razonar, de “su lógica”, y muchísimos otros, se sienten tan bien parados que desafiarían al demonio si se les apareciera. Otros reniegan por estar emocionalmente derrotados, extraviados en las confusiones del mundo de hoy.

La expresión: “Tu fe te ha salvado suele ser interpretada como que en la fe misma hay una fuerza de auto sugestión, una especie de auto hipnotismo, que obra sobre la mente y hasta en la materia misma. Esto puede ser perfectamente cierto, pero la cuestión no se reduce a ello.

Aunque  tenemos potencialidad de espiritualidad, se trata de una cualidad que requiere ser desarrollada para que podamos crecer y separarnos del inmediatismo animal, del dame lo mío instintivo. W. I.  Thomas estableció que el hombre es un animal capaz de imaginar necesidades y satisfacciones futura, y de posponer las satisfacciones inmediatas.

El ser humano puede definir la situación presente, diseñar una situación futura, y realizar el plan de cómo hacer que y de qué forma efectivamente suceda. Para ello necesita aceptar dos cosas: creer que el futuro existe, lo cual un “fiebrudo”, un atolondrado, un  desesperado o un adicto no lo piensan; lo segundo es que puede llegar a ser y estar mejor. Tiene que creer en sí mismo, en otras personas, en el sistema educativo, en la estructura ocupacional, en la justicia.

Sobre todo en el amor. Un niño sin padres que lo amen,  lo protejan y lo orienten tiene una probabilidad mucho más baja de adaptación y éxito. Tiende a desconfiar del maestro, el sacerdote, los amiguitos, del capitán del equipo, y  de los líderes y  dirigentes de su país. Admirará personajes populares y seguirá solamente los que dan satisfacción inmediata  y levantan la auto estima en base a conductas fáciles e ilícitas.

Además del amor, es imprescindible la verdad. La falsificación diaria de la verdad pública por parte de políticos, comerciantes y sicarios radiofónicos, es lo peor que le puede ocurrir a un país.

A causa de ello estamos orientados al inmediatismo, al consumismo, al clientelismo, y al dame lo mío y a toda forma de corrupción pública y privada. Sobre todo es necesario, justo e inteligente creer que luego de esta vida existe otra mejor. Creerle a Dios.

Solamente la fe nos salvará.

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