Este martes 28 de junio, el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil retomó el juicio contra Jair Bolsonaro por ataques proferidos contra el sistema de votación electrónica durante una reunión con embajadores en julio pasado. En este proceso, el expresidente enfrenta una posible inhabilitación de ocho años.
Además, está señalado de crímenes contra la humanidad por difundir información falsa sobre el covid, como negar la pandemia o asegurar que las personas vacunadas en Reino Unido desarrollarían Sida. Trump, por su parte, ha sido condenado por abuso sexual en Estados Unidos.
¿Por qué causan fascinación estos dos personajes políticos? “Hay un declive de las autoridades simbólicas. Cada vez tienen menos eficacia los maestros, los abogados, la figura del padre. Entonces, en ese escenario han surgido una serie de personajes que invitan a dejar de respetar lo que tenga que ver con el espacio normativo. Tal como lo profetizó Orwell, el fascismo iba a aparecer bajo la palabra libertad”, indica a RFI Jorge Alemán, psicoanalista y escritor especializado en populismo y extrema derecha.
«Pulsiones de odio»
“Se conjuga algo muy nuevo que lo hace diferente a los fascismos históricos: por un lado, se constituyen a sí mismos como transgresores, como los que pueden decir cualquier cosa, y por otro lado, introducen luego desde el poder lógicas homófobas, moralistas, y ahí recuperan todo el momento anterior, conservador y fascista”, detalla.
Figuras como Bolsonaro y Trump causan fascinación, por ejemplo, en sectores evangélicos. El pasado fin de semana se vio la acogida de Donald Trump en el Road Majority, una reunión de 30.000 evangélicos de la Coalición Fe y Libertad en Washington.
“Desde el momento en que las estructuras simbólicas están perforadas surgen suplencias. Y una de las suplencias más potentes son estas agrupaciones evangélicas”, analiza Alemán. “Hay fascinación, pero es en realidad es una forma de identificación y está relacionada con las pulsiones de odio”, dice.