El efecto eléctrico se conoce desde cuando Tales de Mileto frotando una pieza de ámbar con un paño de lana o de piel, observó que atraía pequeños objetos. En la ciudad de Magnesia encontraron piedras de magnesia o magnetita que eran imanes naturales por su atracción del hierro.
Pasaron los años, los siglos y en el XVII muchos investigadores comenzaron a aportar conocimientos que para el XIX habían formado el cuerpo y aplicaciones fundamentales de lo que hoy disfrutamos en las redes eléctricas, de tal manera que el mundo moderno no se concibe sin ese fluido. La revolución científica del XVII, contribuyó decisivamente a la primera revolución industrial e igualmente lo hace con la tercera.
Numerosos sabios cuyos nombres hemos escuchado, en una u otra ocasión, tuvieron participaciones destacas en la revolución científica del XVII, sin embargo, no aparecen aplicaciones prácticas inmediatamente. En 1747, William Watson, médico y físico inglés, demostró que una descarga de electricidad estática, como la acumulada en el ámbar frotado, es una corriente eléctrica, definida como el flujo de carga eléctrica que recorre un material.
Posteriormente, Alessandro Volta, físico italiano, en 1800, apiló láminas de zinc y cobre separadas por cartón humedecido con salmuera, creando así lo que se conoce como la pila de Volta. Logró producir corriente directa a voluntad, en su honor la unidad de tensión o fuerza electromotriz se denomina voltio. El siguiente paso en el desarrollo de la corriente alterna nace con la predicción de los fenómenos del electromagnetismo en 1813 por Hans Christian Oersted, quien en 1819 junto con André-Marie Ampere demostraron que una aguja imantada se desvía al ser colocada perpendicularmente a un conductor por el que circula la corriente eléctrica. Su confirmación teórica tuvo que esperar a Maxwell en 1864.
El físico estadounidense Joseph Henry, en 1830, casi simultáneamente e independientemente del físico-químico Michael Faraday, 1831, observaron que en un campo magnético cerrado se puede inducir una fuerza electromotriz. En otras palabras, si formamos una campo magnético con dos imanes separados, por ejemplo, adheridos al interior de un cilindro y giramos dentro de ella un alambre se produce una diferencia de voltaje entre sus extremos, una corriente eléctrica. Este descubrimiento permitió la construcción de motores y generadores.
Los primeros dinamos fueron diseñados por Michael Faraday en los 1830, pero desafortunadamente su diseño presentaba súbitos picos de tensión que causaban inestabilidad. Zénobe Gramme, belga, reeinventó el diseño y produjo los primeros generadores comerciales de gran tamaño que se usaron en París alrededor de 1872/73. El primer motor de inducción fue diseñado y construido por Nikola Tesla en 1874.
Las baterías convierten energía química en corriente directa, es la que tiene siempre el mismo signo, esto es fruto del movimiento de electrones dentro del electrolito que tiene lugar siempre en la misma dirección. La corriente alterna cambia su polaridad, positivo a negativo, al girar el generador. Una corriente alterna de 60 Hertz de frecuencia tiene sesenta positivos y negativos.
Si tratamos de almacenar corriente alterna en una batería sucederá que los electrones irán 60 veces de un polo al otro y vuelta también 60 veces, es decir, la corriente directa que se había acumulado en el primer tránsito de electrones se elimina en el segundo, la batería se cargará y descargará 60 veces para un gran total de cero. Afortunadamente, es relativamente fácil pasar de corriente alterna a directa, es lo que hacen los cargadores de nuestros celulares sin mayor dificultad. Esa cualidad es una de las que hizo la corriente alterna más popular luego de una larga batalla entre Thomas Edison y Nikola Tesla. Resulta que el primero tenía su compañía eléctrica y había comenzado a sustituir el alumbrado de gas por bombillas eléctricas en la ciudad de Nueva York, para lo que usaba corriente directa. Nikola, físico, matemático, inventor e ingeniero asociado con George Westinghouse. las dos empresas fueron fuertes competidoras, la primera por la electricidad directa y la segunda por la alterna.