El mensaje de la comunidad científica respecto a las vacunas contra la covid-19 ha sido claro: la mejor vacuna es la que cada quien pueda ponerse primero.
La Iglesia católica, sin embargo, ha llamado a elegir unas vacunas sobre otras, en base a su posición en contra del aborto.
Los reparos de la Iglesia surgen porque en el desarrollo de algunas vacunas contra la covid-19 se utilizaron las llamadas líneas celulares.
La líneas celulares son cultivos de células que crecen en un laboratorio, replicándose a partir de un tejido originario.
En el desarrollo de vacunas contra la covid-19, algunas compañías han utilizado dos líneas celulares cuyo origen fueron dos fetos producto de abortos.
Estos abortos ocurrieron hace décadas, de manera legal, espontánea, y no fueron inducidos con fines ciéntificos, según explican los expertos.
La Iglesia, en todo caso, ha calificado qué tan moral es una vacuna, con base en cuán directa y cercana es su relación con un aborto.
Algunos expertos advierten que la interpretación que se haga de esos mensajes puede tener efectos sobre la campaña mundial de vacunación con la que se busca poner fin a la pandemia.
Para entender los reparos de la Iglesia primero hay que entender cómo surgen y cómo se utilizan las líneas celulares.
Una línea celular podría compararse con «sacarle una copia, a la copia de una fotocopia», según le explica a BBC Mundo Rossana Sánchez Russo, genetista clínica y bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory (EE.UU.).
Bajo condiciones controladas, este proceso se puede repetir una y otra vez, de manera prácticamente infinita.
Las líneas celulares son muy útiles en el desarrollo de vacunas y medicamentos, investigaciones genéticas y medicina regenerativa.
En el caso de las vacunas, las líneas celulares sirven como huésped en el que un virus se reproduce para estudiarlo. O para modificarlo, separarlo de las células de la línea y añadirlo a la vacuna para que genere una respuesta inmune.
Ese método implica tres puntos importantes en el desarrollo de vacunas a partir de líneas celulares:
- No se utilizan células de un feto, sino líneas celulares que llevan décadas replicándose a partir del tejido original
- Esas células de la línea celular no llegan a ser parte de la vacuna, es decir, a las personas no se les inyecta tejido humano
- No se requieren nuevos abortos para obtener las células que se necesitan para los procesos relacionados con las vacunas
Algunas vacunas como la de la rubeola, el sarampión, las paperas, la hepatitis A, la varicela y la poliomelitis se desarrollaron usando líneas celulares.
También se han utilizado en la fabricación de medicinas para tratar enfermedades como la hemofilia, la artritis reumatoide y la fibrosis quística.
¿Qué le preocupa a la Iglesia?
Al momento de evaluar lo moralidad de una vacuna, la Iglesia católica tiene en cuenta qué tan directa es su conexión con un aborto versus la urgencia de vacunarse para lograr el bien común.
En diciembre, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano publicó un comunicado en el que indicó a sus fieles que «cuando no haya vacunas de covid-19 éticamente irreprochables…es moralmente aceptable recibir vacunas de covid-19 que hayan utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».
El mensaje, sin embargo, advierte que eso no significa que aprueben moralmente el uso de líneas celulares que procedan de fetos abortados.
«El uso lícito de esas vacunas no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados», aseguró.
Más recientemente, el tema fue tratado por la Arquidiócesis de Nueva Orleans, en Estados Unidos, que publicó un mensaje afirmando que las vacunas de Pfizer y Moderna son «moralmente aceptables», porque aunque en las etapas de prueba en laboratorio utilizaron líneas celulares derivadas de un aborto, no dependieron de estas líneas en el proceso de fabricación de la vacunas.
«Su conexión con el aborto es extremadamente remota«, dice el comunicado.
Bajo esa misma lógica, en cambio, la arquidiócesis dice que la vacuna de Janssen/Johnson & Johnson «está moralmente comprometida, ya que usa líneas celulares derivadas de un aborto en el desarrollo y la producción de la vacunas, así como en las pruebas».
Con ese argumento, afirman que si las vacunas de Moderna o Pfizer están disponibles, los católicos deben elegirlas por encima de la de Johnson & Johnson debido, según ellos, «al extensivo uso de líneas celulares» de esta última.
Finalmente, la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. publicó dos mensajes en los que plantea la misma posición de la arquidiócesis, y añade que la vacuna de AstraZeneca también está «más comprometida moralmente» que las de Pfizer y Moderna.
¿Qué papel juegan las líneas celulares?
Las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna son sintéticas, así que no requirieron el uso de líneas celulares en la etapa específica de fabricación de la vacuna.
En una etapa previa, sin embargo, ambas compañías sí usaron cultivos de líneas celulares para confirmar que sus vacunas funcionaban en células humanas.
Ambas compañías utilizaron una línea celular llamada HEK 293.
El origen de esta línea es un feto producto de un aborto legal ocurrido en 1973 en Holanda, según indica el Proyecto para el Conocimiento de Vacunas de la Universidad de Oxford.
«Las células HEK 293 que se utilizan hoy en día son clones de las células originales, pero no son en sí mismas las células de bebés abortados», explica el portal de Oxford.
La vacuna de Oxford-AstraZeneca también utilizó la línea HEK 293, en este caso sí en la etapa de producción.
Los creadores de esta vacuna utilizan esa línea celular como una incubadora en la que se reproduce un virus modificado, que luego se incluye en la vacuna y ayuda al cuerpo humano a entrenar sus defensas en caso de que se infecte del verdadero SARS-CoV-2.
Las células HEK 293 que sirven de incubadora son removidas del virus y no llegan a ser parte de la vacuna.
La vacuna de Janssen/Johnson & Johnson utiliza una tecnología similar a la de Oxford-AstraZeneca, pero a partir de otra línea celular llamada PER.C6.
En este caso, las células de la línea PER.C6 sirven como el medio de cultivo de un virus modificado, que luego se incluye en la vacuna y es el que le enseña al sistema inmune a reconocer y neutralizar el virus que causa el covid-19.
Las células la línea PER.C6 también son removidas y tampoco llegan a ser un ingrediente de la vacuna.
«Nuestra vacuna no tiene tejido fetal alguno», dice Johnson & Johnson en un comunicado.
Todas las células de la línea PER.C6 son descendientes de un tejido tomado de un aborto electivo ocurrido en 1985, según indica un artículo de James Lawler, médico especialista en enfermedades infecciones de Nebraska Medicine, una red de salud asociada a la Universidad de Nebraska, EE.UU.
Según explica Mauricio Rodríguez Álvarez, profesor de la facultad de Medicina y vocero de la comisión de la Universidad Nacional Autónoma de México para covid-19, los abortos a partir de los cuales se originan las líneas celulares no son inducidos ni tienen el objetivo de obtener esas líneas, por el contrario, son abortos espontáenos y practicados legalmente.
Ninguna de las líneas celulares que se usaron en las vacunas contra la covid-19 provienen de un aborto reciente.
«Las líneas celulares actuales son miles de generaciones extraídas del tejido fetal original», escribe Lawler.
«No contienen ningún tejido de un feto».
La visión de la Iglesia es que las líneas celulares tienen una conexión con el aborto, aunque sea remota e indirecta.
Los expertos, por su parte, justifican que utilizar líneas celulares tiene varias ventajas.
Gracias a las líneas celulares se pueden hacer controles de calidad, obtener producciones más grandes, vacunas más seguras y efectivas, explica Rodríguez.
¿Y por qué hacerlas a partir de un feto?
Porque en esta etapa del desarrollo «las células crecen bastante bien en cultivos de laboratorio, la instrucción que tienen básicamente es crecer y multiplicarse, y no están contaminadas«, dice la doctora Sánchez Russo.
«Cuando las células están más adultas y diferenciadas van perdiendo su capacidad de regerenarse«.
Sánchez Russo añade que si la vacuna está pensada para usarse en humanos, tiene sentido desarrollarla con líneas celulares humanas.
«Es un método probado, ya sabemos que funcionan, la calidad es buena y consistente«, dice.
Hay quienes hacen llamados para que se desarrollen métodos alternativos a las líneas celulares, pero otros no lo creen necesario.
«No necesitas retroceder 30 años y reinventar la rueda«, dice Andrea Gambotto, investigador de vacunas en la Universidad de Pittsburgh, citado en un reportaje de la agencia AFP.
La cuestión ética
Para el doctor José Ramón Orrantia, especialista en bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México, la posición de El Vaticano es «prudente», ya que aunque rechaza el uso de líneas celulares, le dice a sus fieles que se vacunen.
Orrantia señala, sin embargo, que el hecho de que la Iglesia se posicione sobre las vacunas es riesgoso.
«Es peligroso fomentar ideas contra la vacunación, porque eso desincentiva a que la gente se vacune», dice Orrantia.
En un reportaje de Newsweek Arthur Caplan, especialista en bioética de la Universidad de Nueva York, opina que habiendo 1.300 millones de católicos en el mundo, «es un camino peligroso» que se siembren dudas que puedan llevar a que la gente vacile sobre qué vacuna ponerse.
Para el profesor Rodríguez, es importante es que la gente tenga claro que no se están produciendo abortos para producir vacunas y que las vacunas no contienen tejidos fetales.
«Si están pensando en que las vacunas tienen alguna conexión con un aborto espontáneo que ocurrió hace 48 años, espero que también tengan la capacidad de ver el beneficio y la urgencia de las vacunas y las líneas celulares», le dice Rodríguez a BBC Mundo.