¿Por qué la Presidencia?

¿Por qué la Presidencia?

Cuando me preguntan por qué quiero ser Presidente,  les contesto: Hoy como nunca antes, los dominicanos necesitamos de un Proyecto Nacional fuerte e integrador. Un proyecto que nos permita desarrollar el enorme potencial que tenemos, y enfrentar los complejos desafíos y las serias amenazas planteadas por el entorno global, regional e insular.

Para fortalecer el Proyecto Nacional es urgente hacer un gran esfuerzo de unidad nacional, que trascienda la política tradicional de partidos, con miras estrechas y de corto plazo.

Pero también es necesario un fuerte compromiso de renovar la vida nacional, empezando por superar esa forma penosa de hacer política,  que reparte como favores lo que debería garantizar como derechos,  reforzando las peores formas de pobreza.

Pienso que si el pueblo dominicano me respalda, con la gracia de Dios,  puedo darle desde la Presidencia de la República un impulso a esa visión de Proyecto Nacional, que hace falta para hacer que los dominicanos se sientan más seguros y más libres, y alcancen mayor prosperidad y dignidad en sus vidas.

Por muchos años he estado en la política y en el Congreso, poniendo mi voluntad, energía, experiencia y capacidad al servicio de lo que he entendido son las mejores causas de nuestra sociedad.  Pero confieso que estoy cansado de aprobar leyes y resoluciones que no se cumplen, o que se cumplen a medias y  de forma acomodaticia, según el gusto del funcionario o de los grupos de intereses.

Siento que desde la Presidencia puedo cambiar esa realidad haciendo un uso responsable de la autoridad pública, imponiendo nuevos modelos de acción política y personal.

Todos los que aspiramos a la Presidencia  -en momentos de  hondas crisis como los que vivimos- debemos estar convencidos de que alcanzar esta meta  solo tiene sentido si es para fortalecer el Proyecto Nacional Dominicano,  a través de un movimiento social, nacional y patriótico, que desde el País Nacional renueve el País Político.

Sé que un proyecto como el que impulso, debe vencer el natural escepticismo de algunos que -aunque creen en mis rectas intenciones y admiten mis credenciales- no creen que metas tan altas son realizables en nuestro pueblo.

 A ellos les digo: Para mí, la política solo es legítima si acepta lo posible después de haber intentado alcanzar con seriedad lo que parece imposible. A ellos les digo: Que los candidatos van tan lejos y tan rápido como el pueblo quiere y necesita. A ellos les digo: Que la historia está llena del “éxito de lo improbable”, que solo se asegura cuando se tiene mucha fe en Dios y mucho amor por la patria en el corazón.

Finalmente, a ellos les digo: Que debemos confiar en el Pueblo Dominicano, que ha probado a lo largo de su historia ser uno de los pueblos del mundo que más ha luchado por su autodeterminación e identidad nacional.

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