Por qué le cuesta comunicar a la Iglesia

Por qué le cuesta comunicar a la Iglesia

ROM, ZENIT. Muchos constatan que a muchas realidades y exponentes eclesiales les cuesta mucho comunicar, pocos analizan el por qué. Esta es la contribución que ha ofrecido el padre Claudio Pighin, sacerdote del Instituto Pontificio de Misiones Exteriores (PIME), quien acaba de publicar el libro “Pastoral de la comunicación. Evangelización y nueva cultura de los medios” (“Pastorale della comunicazione. Evangelizzazione e nuova cultura dei media”, editorial Urbaniana).

En esta entrevista concedida a Zenit, el experto, quien asesora en materias de comunicación al episcopado brasileño, reconoce que la clave no está en contar con más medios de comunicación, sino en que el mensaje sea vivido y comprendido por la persona que lo anuncia.

¡Qué difícil resulta comunicar!, confiesa usted. ¿Por qué cuesta tanto?

Pighin: El ser humano a veces se engaña, porque piensa que emitiendo mensajes ya comunica. Pero el simple hecho de hablar no significa automáticamente haber comunicado. La comunicación no es un hecho automático de transmisión de datos o sonidos, sino que exige una sintonía propia del proceso de comunicación.

Si el comunicante y el receptor no tienen un código común para codificar y descodificar el mensaje, entonces resulta difícil comunicar.

Si los medios usados para hacer pasar el mensaje no son conocidos por los usuarios también puede complicarse la comunicación.

Estos son algunos ejemplos propios del proceso de comunicación. Es evidente que este proceso es muy amplio, que a su vez queda circunscrito a las distintas culturas, y a veces lo infravaloramos, complicando de este modo las relaciones entre personas y pueblos.

¿Qué objetivo persigue la pastoral de la comunicación en la Iglesia?

Pighin: La dificultad para comunicar comporta problemáticas que afectan también al seno de la Iglesia. La causan diversos factores, en primer lugar la banalización de los mensajes. En general, el perfeccionamiento y la difusión que han alcanzado en estos años los medios de comunicación, por ejemplo Internet o los sistemas digitales, no ha sido seguido por los contenidos que se quieren transmitir. Es más, con frecuencia el “bombardeo” de información y de datos que sufren las personas ha disminuido sus voluntad y capacidad de recepción.

De ahí se deriva que desde el punto de vista de las realidades eclesiales se da cada vez más la necesidad de adquirir un dominio de estos instrumentos para poder volver al proponer el mensaje evangélico con toda su fuerza.

Es esencial que este mensaje se sienta realmente, y que la persona que lo comunica lo comprenda y lo viva en plena adhesión.

Pienso que desde ciertos ámbitos de Iglesia se reduce la pastoral de la comunicación a un simple uso de los medios. Utilizar más medios no significa más comunicación, pues la comunicación va mucho más allá.

Un ejemplo luminoso de los resultados que la Iglesia puede conseguir en el ámbito comunicativo es sin duda el Papa Juan Pablo II, que es capaz de utilizar cualquier medio de masas y de llegar con fuerza a todas las personas, cristianos y no cristianos

La pastoral de la comunicación es una auténtica pastoral de la salvación, según afirma usted. ¿En qué sentido?

Pighin: Es importante recordar que la pastoral de la comunicación («Pascom» la llamo) no es una pastoral nueva, sino un soporte fundamental para todas las demás.

Una diócesis, una parroquia o una comunidad sin pastoral de la comunicación encontrará grandes dificultades para llevar adelante su proyecto estructural de evangelización.

Este conocimiento de la comunicación es posible solo a través de estudios específicos: su utilidad reside en ser una estrategia eficaz para descubrir y hacer descubrir cada vez más la presencia de Dios, comunicando los dones recibidos por Él, en la vivencia de nuestra vida cristiana.

La pastoral de la comunicación es pues un apoyo, una ayuda para acceder a la Palabra, a la vida y a la salvación.

¿Cual es el papel del Espíritu Santo en la comunicación?

Pighin: La Persona del Espíritu Santo también es auténtica comunicación. Le pongo un ejemplo: cuando festejamos Pentecostés, fiesta en la que evocamos el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles, vemos que estos discípulos fueron capaces de hablar lenguas distintas de la materna. Fueron capaces de comunicar la palabra más allá de su educación y su realidad. Recibieron la posibilidad de transmitir la Palabra, de contribuir a la construcción del reino con nuevos instrumentos.

Por lo tanto, la acción del Espíritu Santo testimonia que la comunicación va más allá de las capacidades humanas.

El Espíritu Santo nos proyecta hacia un horizonte infinito. También esto es parte de la vocación y la aspiración humana.

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