¿Por qué Leonel?

¿Por qué Leonel?

Muchos dominicanos nos preguntamos hoy ¿por qué nuestro país está tan mal?, ¿por qué hemos perdido el clima de estabilidad y de paz con que contábamos?, ¿cuál es la razón de tanta desconfianza, de tanto temor, de esta parálisis en la que se encuentran sumidos la mayoría, por no decir todos, los sectores productivos de la nación?

Y es que hace apenas cuatro años, cuando este pueblo tuvo la suerte de ser dirigido por el doctor Leonel Fernández, caminamos por un sendero seguro y firme, sin que desde el poder se propiciaran atropello ni vejaciones contra nadie.

El gobierno del PLD, dirigido tan brillantemente por el doctor Leonel Fernández, fue respetuoso y benevolente con todos los sectores, periodistas, empresarios, transportistas, maestros, estudiantes…

Nuestro país se destacó mundialmente gracias a ese liderazgo, a esa brillantez y a ese don de gente tan especial que caracteriza al doctor Fernández y a muchos dominicanos valiosos que junto a él lograron que nuestro país avanzara a pasos agigantados.

Y todo ello no fue un golpe de suerte como muchos dicen. Al Presidente Fernández le tocó gobernar luchando contra factores adversos y terribles, con una oposición inclemente que dirigió infinidad de huelgas, hechas maliciosamente para desestabilizar al gobierno, aquel que paradójicamente se encargó de duplicar los sueldos y de dignificar la calidad de vida de los maestros, los médicos, los servidores públicos, en fin, de la mayoría de los dominicanos.

Y a pesar de tanta maldad, de tanto encono injusto e inmerecido, el doctor Fernández supo resistir pacientemente, sin abusar de su poder, digna y justamente; durante su gobierno logró que nuestro país avanzara enormemente hacia el desarrollo y la institucionalización.

Penosamente, a pesar de lo bien que marchaba nuestro país, muchos factores se conjugaron para evitar que siguiéramos andando por el camino bueno que tan acertadamente describiera el doctor Joaquín Balaguer, cuando alertara al país sobre la necesidad de cerrar el camino malo, que por desgracia hoy estamos transitando.

La división de los partidos Reformista y de la Liberación Dominicana, que fuera tramada y lograda por el PRD como única forma de ascender al poder, logró al fin su desafortunado cometido.

Fue cuando llegó al poder un candidato nuevo, diferente, atípico, según decían algunos, cuyas mayores virtudes fueran su buena fe y su espontaneidad.

El presidente Hipólito Mejía llegó al poder tan solo cargado de buenas intenciones. Desgraciadamente, con eso no bastaba. Era imprescindible que se rodeara de un equipo de personas bien preparadas que pudieran ayudarle a gobernar correctamente; de gente que no fuera al gobierno, como muchos lo han hecho, a saciar sus apetencias personales, en detrimento de un pueblo cada vez más pobres y desesperado.

En verdad, para gobernar un país se necesita mucha serenidad, capacidad, visión de futuro; se necesita humildad para reconocer los errores y poder enmendarlos, se requiere sencillez para no avasallar a los demás.

Para gobernar se debe contar con la sabiduría necesaria para poder prever las cosas, para darle soluciones atinadas y oportunas a los conflictos que se vayan presentando; se necesita fortaleza, valentía y seguridad en sí mismo para poder, con el propio ejemplo, dirigir a los hombres y mujeres que trabajan bajo sus ordenes e inspirar al pueblo en general con el ejemplo de trabajo tesonero e incansable.

Así es que, al reflexionar sobre todo ello, concluyo ratificando mi convicción acerca del por qué pienso que el doctor Leonel Fernández y el Partido que formó el profesor Juan Bosch deben volver a dirigir los senderos de nuestra nación.

En el presidente Fernández se conjugan la capacidad, la dignidad, la humildad, el decoro, la ponderación, la honestidad y la prudencia que tanto necesitamos en estos momentos, para que nuestro país detenga esta marcha fatal hacia atrás y comience nuevamente a andar por un camino, ya no nuevo, si no muy conocido, lleno de luz y de esperanza.

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