Por qué los  americanos  deben aprender   amar el renminbi

Por qué los  americanos  deben aprender   amar el renminbi

DAVID PILLING
Hasta hace poco, pocos trabajadores en América, Europa o Japón empleaban mucho tiempo preocupándose de porqué ganaban 10, 20 ó 30 veces el salario de un trabajador chino. ¿Qué es lo que permite, por ejemplo, que alguien que apila cajas en una factoría de EEUU gane múltiplos del salario que percibe un trabajador vietnamita o mexicano?

Algunas personas podrían ingenuamente imaginar que ellos trabajan más duro o, puesto de otra forma, que los trabajadores chinos o mexicanos son perezosos o incompetentes. Otros, mucho más cerca del punto, pueden haber puesto sus altos salarios y la productividad por debajo de las ventajas institucionales de su país: su sistema legal y de educación, y su infraestructura y tecnología. Algunos, tal vez inconscientemente, pueden simplemente haber considerado que sus superiores estándares de vida son un derecho dado por Dios.

Ya no más. Mientras cientos de millones de trabajadores de las economías emergentes, especialmente dentro de Asia, han entrado a la fuerza global, ellos han comenzado el lento proceso de nivelación del campo de juego. Los países en desarrollo están mejorando sus estándares de educación, infraestructura y tecnología, aunque todavía les faltan sus instituciones legales y políticas. Los ingresos se están reduciendo. En 1990, en paridad del poder de compra, el producto interno bruto per cápita en China era de $800 contra $23,000 en EEUU, una diferencia de 29. El año pasado eso había disminuido hasta 6.2, de acuerdo a las cifras del Royal Bank of Scotland. Para el 2015 se espera que baje hasta 4.3.

Esta convergencia no debiera sorprendernos. Los países más pobres están corrigiendo la enorme divergencia en los ingresos que ocurrió al inicio de la revolución industrial cuando las economías occidentales dieron pasos sin precedentes en la productividad. Eso fue una aberración, aunque una aberración que terminó hace aproximadamente 200 años. Para un observador neutral que desea el mayor bienestar para el mayor número de personas, la reversa de esa tendencia es una buena noticia. Después de todo, cientos de millones de personas se han degradado a debajo de la roca de la pobreza.

De vuelta al planeta Tierra, el panorama luce muy diferente. Esta semana el Senado de EEUU pasó un anteproyecto que busca sancionar a China por mantener baja su moneda. En el debate republicano del martes, Mitt Romney, favorito como candidato del partido, acusó a los ex líderes de EEUU de “haber sido tocados como un violín por los chinos”.

La retórica hace eco de la ira real sobre la “desaparición” de la clase media de EEUU. El desempleo se mantiene en 9.1%. El Buró de Censos de EEUU dice que los salarios medios son más bajos en términos reales de lo que estaban en 1999. El supuesto orden natural, en el que los niños estadounidenses automáticamente serán más ricos que sus padres, ha sido invalidado. La difícil situación de la clase media se hace aún más amarga por la concentración de la riqueza entre los súper ricos. La globalización, que ha destapado la oportunidad para millones en el mundo en desarrollo, también ha servido a los intereses de una élite global.

Hay cosas en Estados Unidos y otros países avanzados que pueden hacerse para aumentar la productividad y para hacer frente a la desigualdad. Pero ocuparse vanamente de la moneda de China no es una de ellas. Los argumentos, muy bien ensayados, incluyen:

*Muchos artículos que supuestamente son fabricados en China son sólo ensamblados en China. Un reporte por parte del Instituto Asiático de Banca de Desarrollo en el 2010 encontró que, del estimado de $178.96 de costo mayorista de un iPhone, el valor del trabajo de ensamblaje en China asciende solamente a $6.50. La mayor parte del coste de manufactura comprende componentes de alta precisión que no son fabricados en economías de bajos salarios, sino en las de altos salarios como Japón y Corea del Sur.

*Desde junio de 2005, cuando el renminbi fue primero desvinculado, la moneda china se había valuado un 30% contra el dólar. La tasa real de apreciación es mayor, dada la alta inflación china. No deberíamos sorprendernos de que esta haya dejado de hacer el truco. Virtualmente, el yen se duplicó en valor en los dos años del Plaza Accord de 1985, con poco impacto en las exportaciones japonesas.

*Aunque las exportaciones chinas se vuelvan menos competitivas, es poco probable que los empleos lleguen en grandes cantidades a las economías de altos salarios tales como EEUU. Más bien tenderán a irse a otras economías de bajos salarios como Bangladesh, Vietnam, Indonesia y México.

Para confundir aún más el asunto, una menor parte de la saña contra China y otros países de bajos salarios, es sazonada por el racismo. Un mensaje que no es atípico recibido en la página Web de FT, recientemente preguntaba cómo podría esperarse que los trabajadores americanos compitieran contra el trabajo de peones y esclavos que realizan los chinos. Lo segundo indica una preocupación (probablemente poco sincera) por la gran cantidad de trabajadores chinos explotados. Ese punto de vista no se sostiene. 

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Dejan el campo

1.  Millones de trabajadores emigrantes han abandonado el campo chino, no porque ellos persigan la explotación, sino más bien porque la vida de la ciudad ofrece mayor oportunidad.

2.  Según RBS, el salario promedio de manufactura de los trabajadores chinos se ha multiplicado por diez en las pasadas dos décadas. La brecha que existe en relación a los salarios de Occidente se está estrechando. Si esta se cerrara enteramente sería otro asunto. Pero demandar que China reevalúe su moneda un poco más rápido no hará una gran diferencia.

Sube producción granos; agricultores buscan altos precios

Gregory  Meyer

en Nueva York

La producción mundial de granos está creciendo mientras los agricultores persiguen los altos precios, de acuerdo a las cifras del gobierno de EEUU, indicando que las presiones de inflación alimentaria pueden abatir en los próximos meses.

Los agricultores producirán 681.2 millones de toneladas de trigo y una cosecha récord de 860.1 millones de toneladas de maíz, además de 461.4 millones de toneladas de arroz en el año en curso, dijo el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por sus siglas en inglés), cuando este emitió los pronósticos para cada grano en su reporte mensual.

La brillante proyección llega después que los precios de los granos retornaron a los niveles alcanzados por última vez durante la crisis de alimentos de 2007-08.

El maíz ha bajado de su alto récord de US$7.99¾ observado a principios de junio.

El trigo también se ha suavizado después que Rusia y Ucrania elevaron las prohibiciones de exportación impuestas en respuesta a la sequía histórica que tuvo lugar el año pasado.

Los mercados de granos podrían aumentar todavía si La Niña, el patrón climático del Pacífico, se fortalece y afecta las cosechas en las naciones exportadoras Argentina y Brasil.

Esta semana Rusia también indicó que impondría una restricción sobre las exportaciones de granos, aunque no es una prohibición total, ya que esta intenta luchar contra la inflación.

Los suministros de arroz podrían ser frenados si el gobierno de Tailandia, el mayor exportador, compra el grano a los agricultores locales y lo reserva.

Los proveedores de granos quedan al filo de la navaja en EEUU, el mayor exportador agrícola.

El USDA redujo su estimado del tamaño de la producción local de maíz por un 0.5% hasta 12.4 millardos de sacos, aunque dejó sin cambiar los pronósticos de rendimiento.

Las reservas de maíz para el próximo verano totalizarán 866 millones de sacos, un 29% más grande en relación al pronóstico anterior de la agencia.

El déficit de producción en EEUU ha sido suplantado por robustas cosechas y precios más bajos en otros lugares.

El USDA también bajó los pronósticos del precio promedio para el maíz, trigo y soya.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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