Por qué los americanos no nos anexaron en 1871

Por qué los americanos no nos anexaron en 1871

Buenaventura Báez solicitó, imploró, que el gobierno norteamericano anexara todo el territorio nacional lo que convertiría a los dominicanos en ciudadanos norteamericanos. Aunque el presidente Grant acogió con mucho entusiasmo la propuesta y contaba con mayoría en un senado norteamericano que tendría que ratificar la anexión, y a pesar de que Estados Unidos en los setenta años anteriores había adquirido Luisiana, la Florida, Texas, Oregón, California y Alaska, ese senado rechazó la anexión.
Aunque se hizo evidente que hubo corrupción, tanto de parte de americanos como de dominicanos, la razón principal para el voto negativo fue que no se quería que dominicanos pudiesen migrar libremente a Estados Unidos como ciudadanos de ese país. La esclavitud había desaparecido en todos los estados norteamericanos hacía apenas siete años y la guerra civil había terminado hacía cinco, iniciándose lo que se conoció como el período de reconstrucción, bajo el cual las viejas plantaciones esclavas se convirtieron en fincas, donde el negro era un asalariado. Como reacción, en el mismo año de la discusión de la anexión surgió el KuKluxKlan que linchaba a negros exesclavos en las plantaciones del Sur.
Ejemplo de discursos contra la anexión motivados por razones racistas lo es el del senador Carl Schurz, nacido en Prusia, quien declaró que los dominicanos eran “inmorales, viciosos y sin interés por el trabajo, no teniendo ningún interés en común con nosotros los americanos”. Además, los anglosajones americanos que fuesen a vivir a Santo Domingo “se verán enervados por el clima, desmoralizados por asociación y, en vez de hacer subir al nativo a su nivel, inevitablemente se uniría al de este”, pues eso era un dictado de la naturaleza.Dudaba que Estados Unidos pudiese enfrentar nuevas presiones sobre sus instituciones “al introducir esta gente incongruente a nuestra nación”. El senador Charles Sumner a su vez explicó: “el africano pertenece a la banda ecuatorial y debe disfrutarla sin ser molestado”, justificando así la no injerencia norteamericana tanto en la República Dominicana como en Haití, país que todo indicaba sería también anexado por estar en la misma isla.
En su famoso discurso “La viña de Naboth”, Sumner declaró: “La isla de Santo Domingo, situada en aguas tropicales y ocupada por una raza distinta de otro color, jamás podrá convertirse en posesión de Estados Unidos. Ustedes pueden conquistarla por la fuerza de las armas, o de la diplomacia; pero esta intromisión forzada no perduraría. Por regla esa isla se encuentra separada por la raza de color, es suya por el derecho de propiedad; porque su sudor y sangre se han mezclado con el terreno, por su posición geográfica tropical por su sol candente y las leyes inalterables del clima. Así lo ha dispuesto la naturaleza y no soy yo el primero en reconocerlo”.
El diputado Fernando Wood también se opuso a la anexión, porque“la población dominicana es de un tipo degenerado en grado sumo, estando predominantemente compuesto por una raza cuya sangre tiene dos tercios de africano nativo y un tercio de criollo español, a diferencia de cualquier raza de color conocida en este país o cualquier parte del mundo. Esta es una mezcla completamente incapaz de asimilar la civilización y descalificada, bajo cualquier circunstancia posible, de hacerse ciudadanos de los Estados Unidos”.
Schurz en un segundo discurso se opuso a “incorporar los trópicos americanos a nuestro sistema político” preguntándose si la incorporación de gente de los trópicos “era compatible con la integridad, seguridad, perpetuidad y el desarrollo progresivo de los valores americanos”. Explicó que existía una ley natural bajo la cual “en las zonas templadas el hombre se encuentra ante una naturaleza no generosa lo cual lo obliga a trabajar”. Pero en los trópicos “allí el hombre siempre se ha degenerado”, pues el sol tropical inflama la imaginación y desarrolla las pasiones.
Años después, a pesar de su intromisión política, económica y militar, Washington no permitió que dominicanos cubanos y filipinos pudiesen migrar libremente al norte y en el caso de Puerto Rico tan solo lo permitió en 1916, coincidiendo con la Primera Guerra Mundial y el servicio militar obligatorio que afectó a los puertorriqueños.
Esos discursos me recuerdan a Trump. El tema persiste.

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