¿Por qué los bancos utilizan los centros financieros offshore?

¿Por qué los bancos utilizan los centros financieros offshore?

El concepto de centro offshore (o banca offshore) toma auge en el contexto internacional a partir de la década de los 60’s. La actividad que realiza tiene su fundamento en las diferentes regulaciones legales existentes dentro de la economía global, basadas en el tratamiento que algunos países ofrecen en materia fiscal cuando sus tasas impositivas son consideradas sustancialmente menores a la del resto de países. Además del aspecto fiscal, las características que han destacado la expansión en el uso de los centros financieros offshore destacan la competitividad de los bancos en el ámbito internacional por aumentar sus spread o márgenes de rentabilidad, el surgimiento de los mercados de eurodólares, el marco de regulaciones monetarias, cambiarias y otras como ubicación geográfica, comunicaciones y estabilidad política de cada país.

Los centros financieros offshore se caracterizan por disponer de regulaciones blandas que estimulan el establecimiento de entidades financieras, fundamentalmente bancos y compañías fiduciarias mediante la exoneración de encajes, otorgamiento de garantías e inexistencia de topes a las tasas de interés, lo que aunado a una situación geográfica privilegiada y a una muy buena tecnología en comunicaciones, favorecen la constitución de dichos centros offshore. Estos están destinados fundamentalmente a la realización de operaciones con no residentes del país anfitrión, para lo cual disponen de total libertad cambiaria, aún cuando esta situación sea de carácter excepcional y localmente se encuentre vigente un régimen de control de cambios.

[b]El origen[/b]

La iniciación de la operatividad bancaria internacional tuvo su origen durante la segunda mitad del siglo XIX, por la función que asumieron los bancos como intermediarios para la financiación de los imperios económicos del momento. A finales de la década de los años veinte y treinta, con ocasión de la crisis económica mundial, se empezaron a presentar problemas respecto a la convertibilidad monetaria, que obstaculizó el crecimiento vertiginoso de la internacionalización de la banca. Luego de la Segunda Guerra Mundial, con la restauración de la convertibilidad de la moneda, la aparición de los préstamos sindicados, de los Eurobonos y de las nuevas formas de operación de los créditos internacionales, la década de los cincuenta y sesenta trajo consigo nuevos riesgos para las instituciones bancarias, destacándose de manera especial los riesgos de tipo cambiario, el aumento de los precios de petróleo y la canalización a través de los bancos de los denominados «petrodólares», que generaron nuevos flujos de capitales destinados en gran parte a países deficitarios.

Paralelamente con la evolución del comercio mundial en la economía global se ha desarrollado un proceso de internacionalización de la banca como forma de perfeccionar sus diversas transacciones, entre las que destacan la creación del fenómeno de la banca offshore. Este fenómeno se encuentra institucionalizado en países como Panamá, Islas Caimán, Islas Cook, Islas Truks & Caicos, Bahamas, Uruguay, Antillas Holandesas, Singapur y Hong Kong, entre otras.

[b]Los objetivos[/b]

La banca offshore no es producto de una situación de falta de regulación, transparencia e insegura de la economía global. Por el contrario, los centros financieros offshore disponen de todo un régimen que determina el ámbito de operatividad dentro de sus respectivos países sede, de tal forma que las operaciones bancarias que realizan gozan de una especie de extraterritorialidad respecto del país anfitrión que determina la aplicación de normas eminentemente más favorables en los aspectos fiscales, financieros y cambiarios. Los bancos offshore que se establecen en los llamados «paraísos fiscales» son personas jurídicas cuya nacionalidad legislación está sujeta a la del país anfitrión. Una operación de banca offshore puede resultar lícita en un país, al paso que en otro está llamada a permanecer en la ilegalidad o a sujetarse a regulaciones más estrictas.

La institución de la banca offshore que utilizan muchos bancos en el mundo no es per se ni buena ni mala, y sus ventajas y desventajas están referidas a la utilización que de ella se haga. A pesar de no existir unanimidad al respecto, la banca offshore ha desempeñado un papel que merece reconocimiento dentro de la comunidad bancaria internacional y ha proporcionado múltiples beneficios a los países anfitriones, en los que no solo se convierte en generadora de divisas, sino también en promotora de empleos, tecnología y capacitación para sus nacionales; su actividad redunda en beneficio para los usuarios, quienes pueden obtener créditos a tasas más bajas que las que imperan en los centros financieros tradicionales.

[b]Beneficios y costos[/b]

Los beneficios de utilizar un centro financiero offshore se derivan de la clase de negocios que se lleven a cabo en el mismo, y difieren según se trate de un centro financiero offshore de tipo funcional, o de uno de papel (booking centers). Entre sus beneficios se citan cinco. Un beneficio de primer orden que otorgan estos centros radica el aspecto fiscal con tasa bajas o inexistentes, donde no exista impuesto sobre las utilidades, capital o rentas, y donde las rentas gubernamentales se derivan de impuestos indirectos por importaciones y correo. El segundo tipo de beneficios que otorgan los centros offshore son la rentabilidad de las transacciones, como consecuencia de las blandas regulaciones bancarias. El tercero es el de mantener el poder adquisitivo de la moneda frente a situaciones de inestabilidad política que impliquen eventuales expropiaciones, confiscaciones y congelamiento. El cuarto es la seguridad de la inversión frente a situaciones de devaluación, y a su libre convertibilidad en una moneda fuerte que goce de estabilidad y aceptación mundial. Y el quinto, está ligado al beneficio de una reserva bancaria que garantice el anonimato que persiguen algunos inversionistas foráneos y a las oportunidades de inversión en países que cuentan con un mercado de capitales desarrollado.

Entre los costos o desventajas en utilizar una banca offshore principalmente se citan cinco factores. Primero, el riesgo financiero de la inversión o colocación de los recursos generados por los vacíos en materia de control y supervisión de las autoridades respectivas, y el alto grado de especulación que presentan estos centros financieros. Un segundo costo es el relativo a la incertidumbre que genera al usuario el desconocimiento de la legislación o mecánica bancaria extranjera, las sanciones por contravenciones en que se puede incurrir por violación a las regulaciones del país de origen en los órdenes cambiario, fiscal y cambiario. En tercer lugar, el costo eventual de contar con una asesoría extranjera ante controversias que trasciendan las legislaciones nacionales. Un cuarto factor está relacionado con los riesgos y posible fuga de capitales que recibe un país tras captar recursos por parte de la banca offshore (sin su consentimiento institucional), escapando a sus esquemas de supervisión y ejercicio de soberanía monetaria. Un último quinto factor que merece especial atención es el beneficio del anonimato que se concede a través de las normas del secreto bancario relativo al tema del lavado de dinero de dudosa procedencia. Esta transportación de dinero se clasifica en tres tipos de moneda: dinero propio, fruto de las transacciones normales y lícitas; dinero gris, producto de la evasión fiscal o de los desfalcos de las clases dirigentes; y el dinero negro o dinero sucio, fruto de «camuflajear», lavar o reinvertir grandes sumas de dinero producto de las redes internacionales del tráfico de drogas, de armamento o de otras actividades internacionales.

[b]Normas internacionales[/b]

A raíz de la crisis internacional del petróleo de los 70’s y la consecuente cadena de quiebras bancarias que acarrearon enormes pérdidas y desconcierto que repercutieron en la confianza del público por el mercado financiero internacional los banqueros tomaron conciencia respecto a los nuevos riesgos bancarios de los préstamos internacionales. Se presentaron entonces nuevos interrogantes respecto del lugar que debía ocupar la supervisión bancaria internacional, especialmente frente a los obstáculos que imponían las normas protectoras del secreto bancario existentes en los centros financieros offshore. Esta situación contribuyó a que la supervisión internacional se hiciera cada día más compleja, y demandara el esfuerzo y cooperación de las autoridades bancarias de cada país. Así, en el Mercado Común Europeo de 1972 se conformó el denominado «Comité de Basilea», el cual se creó con el fin de establecer normas y procedimientos entre los diferentes organismos de supervisión bancarios acorde con las nuevas modalidades de operatividad.

Ya para 1975, el denominado «Grupo de los Diez» conformados por Canadá, Japón, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Inglaterra, Suecia y Suiza, suscribieron un convenio conocido con el nombre de «Concordato de Basilea». Dicho Concordato se basaba en cinco principios: la responsabilidad de supervisión conjunta entre las autoridades del país origen y del país anfitrión; la igual supervisión para bancos locales y extranjeros; que la supremacía de supervisión de la liquidez descansa primero sobre el país anfitrión; que la supremacía de la supervisión de la solvencia descansa sobre el país de origen; y sobre la cooperación recíproca de transferencias, inspecciones directas e indirectas. Estas normas de cooperación internacional han encontrado en la práctica diversos obstáculos dentro de los cuales se destacan la existencia de normas rígidas que amparan el secreto bancario de forma absoluta, y por ende impiden las investigaciones de tipo penal especialmente en asuntos relativos al trafico de narcóticos, y la inexistencia de una mínima supervisión bancaria por parte de las autoridades de control locales.

Mientras se resuelve el asunto por develar o no los secretos bancarios, queda claro que, mientras persistan en el ámbito de la comunidad internacional países con tasas impositivas altas, regímenes cambiarios severos, altas tasas de devaluación, regulaciones bancarias constructivas, topes máximos a tasas de interés, y riesgos políticos, pero al paso de que otros dispongan de regulaciones más blandas, tasas impositivas bajas o inexistencia de gravámenes, existirán a su vez paraísos fiscales y centros financieros offshore que ofrezcan opciones mas favorables a clientes deseosos de maximizar su rentabilidad.

La lista de ventajas de constituir una sociedad offshore

1. Total secreto y anonimato, ya que no es necesario nombrar a los propietarios.

2. Exención total de impuestos para actividades o transacciones comerciales que se realicen fuera del país en referencia.

3. Las reuniones de accionistas o directores pueden realizarse en cualquier país.

4. Fácil incorporación de sociedades y de administración.

5. Bajos costos y honorarios en la incorporación y administración.

6. Opción de emitir diferentes tipos de acciones (al portador o nominativas).

7. Derechos mínimos de registro basados en el capital.

8. Los accionistas y directores pueden ser de cualquier nacionalidad y residencia.

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