Por qué los más débiles son los que pagan

Por qué los más débiles son los que pagan

Nunca olvidaré aquel mediodía en que tuvimos que llegar a nuestra casa a través de un solar baldío  junto a nuestro edificio. Como ladrones, después de trepar por una pared del edificio de atrás, debimos llegar sin que nadie nos viera: había huelga en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y, al vivir en la calle Benigno Filomeno de Rojas, el infierno estaba servido.

El miedo que sentí en aquella ocasión, cuando pequeña, es difícil de describir. Supongo que es el mismo que asalta a los niños que viven en los lugares que  ahora se encienden tan fácil como la pólvora, y tienen tras de sí una estela de mil necesidades sin cubrir.

Cada uno de ellos debe pensar que el gobierno los ha abandonado. Así como nosotras sentíamos que los estudiantes eran irracionales por impedirnos vivir  tranquilamente aquellos días de finales de los 70’s, ellos deben sentir que los huelguistas y las autoridades les están robando parte de sus vidas.

Mientras ellos la pasan mal y temen ser  heridos porque quizás nadie les atenderá en un hospital, los médicos y Salud Pública se enfrascan en una lucha que siempre pasará factura a los que no pueden hacer nada.

Para atizar las cosas, a la Policía no se le ocurrió nada mejor que sacar a los médicos por la fuerza la madrugada del lunes pasado.

Producto de ello, la gente tendrá que esperar tres días para tener derecho a enfermarse, a asistencia médica.

En este país hay cosas que nunca cambian: siempre existe un motivo para protestar, siempre hay servicios que no se prestan, y mientras los más débiles sufren, el gobierno parece mirar hacia el lado opuesto.

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