¿Por qué los niños se muerden?

¿Por qué los niños se muerden?

Existe un elevado porcentaje de niños que se autolesionan, es decir, se provocan daño de forma deliberada.
Arrancarse el cabello, arañarse, rasguñarse, golpease rítmicamente la cabeza contra una pared y morderse son algunas conductas autoagresivas que pueden manifestar algunos niños.
Sobre esta última, la psicóloga clínica Leyshy Cabrera explica que durante los primeros años de vida muchos niños tienden a morderse y es que a través de múltiples estudios se ha concluido que se debe a un proceso normal del desarrollo hasta aproximadamente un año y once meses de edad.
“Esto surge como una forma de exploración porque la boca es una de las partes más desarrolladas del cuerpo y la principal zona de placer”, dice la especialista del Centro Vida y Familia Ana Simó.
¿Y si continúa mordiéndose? Para la experta, ya alcanzado el segundo año de vida, la acción de morderse escapa de estar entre los límites normales y puede ser un indicador de desajuste emocional o indicio de la presencia de factores psicológicos o neurológicos.
“Cuando hablamos de una autoagresión psicológica, el niño mayormente está consciente de su provocación y es capaz de discernir en qué punto se está lastimando y si ha captado la atención deseada”, sostiene Cabrera.
Esto puede provocarse debido a conductas ansiosas, poca tolerancia a la frustración, carencias afectivas, entre otros.
Entretanto, la especialista en psicología infanto-juvenil indica que si se da por un factor neurológico, estaríamos hablando de la presencia de trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos del espectro autista (TEA), psicosis o discapacidad intelectual, de moderada a profunda, por solo mencionar las condiciones más comunes.
“Esto ocurre por la presencia de alteraciones en el equilibrio de los neurotransmisores, ya que algunas sustancias pueden incrementar su producción o liberación y es así como se aumenta el grado de irritabilidad y el niño no es consciente del dolor mientras se infringe daño”, afirma Cabrera.
Rol de los padres. Muchos padres no saben cómo reaccionar ante las mordidas de un niño a sí mismo, hay quienes los regañan, les pegan o los ponen de castigo; mientras que otros entienden que son “cosas de niños” y no les dan importancia.
En vez de proceder de esa forma, los padres deben detenerse a observar detenidamente esta clase de autolesión en sus criaturas y ayudarlos a lidiar con ésta.
“Lo principal sería que inviten al niño a calmarse y hacer consciencia de su acción para posteriormente explicarle los motivos por los que no deben actuar con maltrato”, comenta la psicóloga.
Una vez contenida la conducta, mamá y papá deben evaluar e identificar si existe o no conciencia de la misma, su intensidad, la circunstancia y durabilidad de la misma.
Cabrera señala que en caso de que el episodio se repita tres o más veces, es necesario buscar asesoría de un experto con el objetivo de descartar la posibilidad de una causa psicológica o neurálgica.
Cuando los padres se descuidan. Si los padres no toman cartas en el asunto, “es muy probable que la conducta se incremente y mejore su práctica desde las más sutiles hasta las más abiertas, con la posibilidad de agregar nuevas formas de autoagresión, debido a que aumenta su umbral de dolor”, revela la especialista.
Recomendaciones. La psicología infanto-juvenil comprende que para evitar o tratar esta situación -sea motivada por factores psicológicos o neurológicos- se deben implementar las siguientes acciones:

1. Identificar el motivo que detona la conducta.
2. Estimular canales de comunicación efectivos (imágenes o gestos).
3. Retirar estímulos que proliferen la conducta y ofrecer alternativas que le relajen.
4. Acudir a un especialista para realizar diagnóstico e intervención conveniente en caso de que no cese la conducta.

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