¿Por qué me vestí de amarillo?

¿Por qué me vestí de amarillo?

Me vestí de amarillo porque desde hace más de ocho años trabajo como voluntaria en un barrio marginado, en una fundación que entiende que la educación es el instrumento indispensable para combatir la pobreza y alcanzar el desarrollo. Somos tres mujeres que encabezamos esta iniciativa y lo hacemos con un equipo de profesionales dedicados, realizando actividades educativas y recreativas dirigidas a la formación integral de niños, niñas y adolescentes, y trabajando con la formación y capacitación de adultos.

Tuvimos que crear programas a la medida de la comunidad en la cual incidimos. Abrimos una gran biblioteca, destinada a  todos los niños y niñas del barrio, pero rápidamente nos dimos cuenta que no les interesaba la lectura porque no sabían leer. Cambiamos de rumbo, convirtiéndonos en un centro de nivelación escolar con una pequeña biblioteca.   Recibimos en la mañana y en la tarde los niños, niñas y adolescentes escolarizados en las escuelas públicas y privadas de nuestro sector, tratando de sacarlos de los peligros de la calle y de colmar los baches de la formación escolar. Hacemos doble empleo con las escuelas por la ineficiencia de un sistema que brinda un promedio de 67% de las cuatro horas diarias exigidas por la ley, con maestros y maestras desmotivados, en aulas con más de 40 alumnos, con sobre edad y fuerte deserción escolar en un sistema absurdo donde el largo de los cabellos de los varones es motivo de suspensión, cuando muchos no tienen a veces los 100 pesos del corte de pelo.

Abogamos por una educación básica a la altura de los tiempos modernos y de la inserción en un mundo global, por un sistema escolar público inclusivo adaptado a las particularidades y dificultades reales de los niños y niñas.

No se puede seguir tolerando un sistema educativo de varias  velocidades. A los que tienen más recursos los mejores centros educativos privados, a los que quieren escapar del sistema público una serie de escuelas y escuelitas  privadas de barrio, algunas buenas y muchas vergonzosamente abiertas a un público infantil, sin higiene, con maestros sin formación y directores mercantiles que engañan a los padres sin ningún real control de las autoridades y por fin  las escuelas públicas, muchas de ellas con las limitaciones mencionadas.

Los numerosos informes publicados por el BID, la CEPAL, Naciones Unidas y el Banco Mundial sobre el dramático papel de la República Dominicana en materia de Educación confirman nuestras vivencias empíricas, cotidianas y a veces desgarradoras.

Nuestros indicadores son los cientos de niños y niñas que pasan y han pasado por nuestras manos, las vivencias de nuestras facilitadoras, las falsas esperanzas y frustraciones que proporciona a una población vulnerable un sistema educativo agotado e ineficiente.  

La campaña del 4% es un grito para que algo se ponga en marcha… para que haya una ruptura.

Los participantes no son   tumba gobiernos, ya que todos los gobiernos han formado parte del fracaso educativo de nuestro país; la protesta pacífica es la forma de encarrilarse en cualquier brecha para poder decir STOP: los retos son impostergables y la situación apremiante.

Se trata de fomentar la excelencia necesaria para estar a la altura de una sociedad global y eso se alcanza solamente luchando contra la pobreza y modernizando el sistema educativo.

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