¿Por qué necesitamos ese muro?

¿Por qué necesitamos ese muro?

Rafael Acevedo Pérez

¿Por qué necesitamos ese muro?. La gran mayoría de nuestros hogares clases medias están fuertemente defendidos por murallas y verjas, con rejas de hierro con ornatos y diseños que disimulan el temor a los intrusos que tenemos los que en esas casas habitamos.

Reforzamientos que no son precisamente para defender sus casas y pertenencias de migrantes ilegales y extranjeros. Nuestro temor principal y casi único es a los maleantes y ladrones (pobres) de nuestro propio país. Contrariamente, existen comunidades en otros países donde las puertas de los hogares usualmente no se cierran con seguros, y los automóviles son estacionados con la llave en el dispositivo de encendido.

Pero, en general, es el patrón de las grandes ciudades el uso de verjas y dispositivos de seguridad y vigilancia. Como lo ha sido desde la antigüedad para príncipes, potentados, burgos, ciudadelas y monasterios, incluyendo al Vaticano. Esto es, patrones de la cultura mundial urbana para proteger la propiedad privada y la privacidad, y para el control de extraños e intrusos.

Las verjas y las barreras, reales o simbólicas, de concreto o de flores han estado ahí para que el extraño sepa que ese solar, espacio o construcción están vedados o restringidos para determinados usos y tipos de públicos. A menudo una sencilla alambrada, una línea de arboles, una zanja en el suelo sirven para identificar al intruso y evidenciar al malhechor.

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El muro en nuestra frontera, por su parte, es un mensaje material y simbólico para todos, dominicanos y haitianos, y demás extranjeros; y se trata de una acción del Estado dominicano que va más allá de simples declaraciones, leyes y discursos. Al tiempo que advierte a nuestros propios funcionarios y militares; muchos de los cuales, en lo adelante, entenderán mejor el interés nacional y el celo patriótico; y les hará advertir que, ipso facto, aumentarán las probabilidades de ser sancionados quienes aceptan coima para violación del territorio por parte de inmigrantes ilegales y de traficantes y bandas de cuatreros que asedian fincas ganaderas en la región fronteriza.

Es probable que el mayor beneficio del muro fronterizo sea reforzar nuestros sentido de propiedad territorial; sin lo cual no es posible asumir adecuadamente su defensa. Y será seguramente un elemento clave de control del tráfico ilegal de drogas, armas y mercancías diversas.

Por su parte, los empresarios y las autoridades de Migración, en lo adelante, tomarán más en serio la prohibición legal de contratación de ilegales. Lo que por cierto suele hacerse con el consentimiento silente de muchos.

También servirá para reforzar nuestro sentido de identidad, puesto que hasta la bachata se ha vuelto universal y ajena; mientras van quedando pocas cosas sobrias que nos identifican. Porque lo más valioso que une y asemeja a los dominicanos son los valores familiares establecidos por nuestra herencia cristiana. Y, según el propósito de nuestros padres fundadores, nos solidariza con nuestros prójimos dominicanos y extranjeros, dentro y fuera de nuestra frontera.
Históricamente, desde aquel solitario trabucazo, el amor y la responsabilidad hacia nuestra nación siempre se expresaron mejor con actos que con palabras.