¿Por qué no dan abasto los agentes del orden público?

¿Por qué no dan abasto los agentes del orden público?

La ciudadanía se vive quejando de que en muchos lugares, especialmente aquellos de alta peligrosidad, no se observan agentes del orden público lo cual constituye un incentivo para que la delincuencia capee por sus fueros.  En los mismos existen pandillas, que no sólo establecen puntos de expendio de drogas, sino que mantienen en zozobra al vecindario con sus asaltos, secuestros, robos, trifulcas, amenazas e intimidaciones, llegándose hasta el extremo que las patrullas no se atreven a penetrar en esos barrios, aunque lleven el apellido de “seguros”.

   Pero ¿cuáles son las razones para que exista esta falta de agentes?

En primer lugar, debemos establecer que entre los institutos castrenses hay más de trescientos oficiales generales, sin contar que a otros militares de alta graduación también se les asignan escoltas cuyo número oscila dependiendo de la importancia del cargo que ocupan.  Además, deben haber otros doscientos oficiales generales retirados que también tienen su custodias.  Estos agentes de bajo rango, en esos menesteres, no sólo se ocupan de ser guardianes, sino que en gran número son los choferes que llevan los niños al colegio y los recogen, lavan los vehículos, bañan perros y se les ha visto acompañando a las esposas de los oficiales superiores, manipulando un carrito de compras en los supermercados. 

   Las embajadas y consulados acreditados en el país también poseen unos cuantos policías que son los que controlan la entrada y los turnos en aquellas de gran afluencia, como son las de los Estados Unidos de América, España, Italia, Holanda y Francia.  Tampoco se quedan detrás las oficinas gubernamentales.

 Es increíble el número de agentes que se encuentran en los despachos de los funcionarios públicos y de las tareas disímiles que realizan para, en la mayoría de los casos, impedir el acceso al “encumbrado e importante” funcionario, que cuando estaba en campaña se desvivía por abrazar y saludar a sus conciudadanos y hoy tiene una barrera impenetrable de agentes que “lo protegen” y le quitan de encima aquellos con los cuales él compartía antes de su nombramiento.

  Los colegios públicos y privados, institutos de estudios superiores, universidades, clínicas y hospitales, así como oficinas gubernamentales, tienen  un número de agentes asignados fijos, los cuales pasan el día sin reportarse a sus unidades, ni tampoco realizar labores en sus cuarteles.  Para colmo, hemos visto hasta empresarios privados gozando de escolta y hasta conduciendo vehículos, en un programa que tengo entendido les permite la Policía Nacional para equilibrar sus salarios.

   Si los agentes continúan a ser destinados a cumplir misiones particulares, actividad deseada por la mayoría de los agentes de baja graduación, llegará el momento en el cual todo ingresado, en lugar de patrullar las calles o dirigir el tráfico en intersecciones que merced al sistema de energía que nos gastamos, los semáforos están apagados o en luz amarilla intermitente, estará cabildeando con sus superiores que lo destinen a cuidar a un superior o a un “tutumpote” como los bautizó el profesor Bosch.  Creemos llegado el momento en la cual los agentes sean destinados a las labores para las cuales realizaron estudios y fueron entrenados; nos referimos a: servir a la comunidad, ser auxiliares de la justicia  y garantizar la seguridad ciudadana.

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