Desde Santiago de Chile hasta Puerto Príncipe en Haití, las personas han tomado las calles en América Latina para exigir cambios radicales. En diversos puntos las protestas han degenerado en violencia que, en el caso específico de Chile han sido incendiadas oficinas públicas, estaciones del metro y trenes.
A pesar de la distancia de unas a otras, países con culturas, economías y sistemas políticos diferentes, todos tuvieron crecimientos apreciables impulsados por los precios de las materias primas, en la primera década del presente siglo, a lo que siguió el desplome cuando cayeron los precios de estas exportaciones.
En este trabajo echamos mano del último estudio de opinión publica Latinobarómetro, que lleva a cabo todos los años la Corporación Latinobarómetro, organización sin fines de lucro, que realiza cerca de 20 mil entrevistas en 18 países de América Latina. El propósito es aproximarnos a las protestas en Latinoamérica y al porqué en República Dominicana no las hay.
EVALUACIÓN DE LA DEMOCRACIA
El asunto de las protestas en América Latina tiene que ver con las desigualdades sociales, con la falta de servicios básicos, y con el deseo de las gentes de mejorar su calidad de vida, asociados con otros temas como el narcotráfico en el caso de Honduras y México, conflictos electorales en Bolivia, la corrupción en Haití. Con matices diferentes todo comparten un tema, que tiene que ver con una mayor demanda de igualdad y de mejora en el bienestar de la persona.
De acuerdo con el último Latinobarómetro, en la valoración de la democracia, solo el 5% de los ciudadanos latinoamericanos opina que hay democracia plena, el 23% que hay pequeños problemas, mientras el 45% dice que hay grandes problemas y un 14% considera que no se le puede llamar democracia a lo que hay hoy en día. El 13% no sabe, no opina. Si en 2018 disminuyeron a 68% las personas que opinan que la democracia tiene problemas, con respecto a 2017 cuando reflejaba un 72%, los que afirman que en América Latina no existe una democracia han aumentado de 12% a 14%.
Los datos muestran la crítica masiva de los ciudadanos de la región a sus democracias, que no se manifiesta en la agenda informativa de estos países, ni en el discurso de los líderes de la región. En países como Chile, un 84% dijo que la democracia tiene problemas (suma de pequeños y grandes). El Latinobarómetro estaba señalando que la democracia en Chile estaba vulnerable y abierta a fenómenos populistas o de otro tipo. Estos datos de opinión estaban revelando aspectos ocultos de la opinión pública, que pudieron haber permitido la identificación temprana de comportamientos.
SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA
La crisis de la democracia en América Latina queda reflejada en este indicador, los insatisfechos han subido a 71% en 2018 respecto del 2018 cuando eran 51%. Diez años de crecimiento en la disminución de la satisfacción con la democracia.
La satisfacción con la democracia ha ido disminuyendo constantemente de 44% en 2008 a 24% en 2018. No hay país de la región con una mayoría satisfecha. Tres países se acercaron a tener de cada dos ciudadanos uno satisfecho: Uruguay (47%), Costa Rica (45%) y Chile (42%).
PARA QUIÉN SE GOBIERNA
Este indicador se refiere a la soberanía democrática, los que dicen que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio, entre 2006 y 2018 creció de 61% a 79%, esto es 18 puntos porcentuales. El debilitamiento de la democracia que produce la perdida de esta percepción es evidente y ésta afecta a varios países. Solo en seis países aumentó la percepción de que se gobierna para todo el pueblo: Chile, Costa Rica, Brasil, Paraguay, República Dominicana y Colombia.
DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA
Este indicador está altamente relacionado con el malestar de la población y sus críticas al sistema político. A pesar de las tasas de crecimiento económico de cada país, del coeficiente de Gini, que nos muestra la disminución en un país de la brecha entre ricos y pobres, la tasa de percepción de justicia en la distribución de riqueza cayo de 25% en 2013 a 16% en el 2018. Chile tiene 8% igual que países que en el período tenían grandes crisis como Brasil y Venezuela. No importa la riqueza, ni el crecimiento económico, sino como se reparte en la población.
LA APROBACIÓN DEL GOBIERNO
Este indicador sigue el mismo rumbo de los anteriores a los que nos hemos referido. El promedio de aprobación ha bajado a 32% en 2018, desde 60% en 2009. Lo anterior significa el promedio más bajo en la aprobación de gobierno desde 1995. Lo cual puede ser consecuencia de la corrupción. Sin embargo, dos países sobresalen con las aprobaciones de gobierno más alta: República Dominicana (53%) y Costa Rica (50%). Los únicos países que alcanzan mayor o igual a un 50% de aprobación.
La baja aprobación de los gobiernos en América Latina es un buen indicador de la caída de la democracia. No es un gobierno en específico, sino que los gobiernos de 18 países no han podido desmantelar la desigualdad, a pesar del crecimiento económico y la movilidad social de un segmento de población que ha permitido la existencia de una nueva clase media. Concomitante, han fallado en las garantías sociales, pese al aumento de educación y acceso a servicios públicos. Estos gobiernos tienen pocas posibilidades de ser exitosos ante la enorme cantidad de población que espera un futuro económico mejor. No es una mejor economía, es una mejor distribución de la riqueza.
¿CÓMO RECUPERAR LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA?
Para una mejor gobernación o gobernanza y en consecuencia democracias más sólidas, los gobiernos han de esforzarse en recobrar las confianzas en las instituciones políticas. Fomentar participación comunitaria, activismo de base y el desarrollo de medios de comunicación independientes que apoyen la participación política y promuevan una sociedad civil dinámica. También, estimular el espíritu empresarial, no transferencias gubernamentales, sino leyes y normas justas que permitan prosperar a las pequeñas y medianas empresas. Porque los ciudadanos capaces de asumir responsabilidad en sus propias decisiones políticas y económicas tienden a conformar una clase media que es fundamental para estabilidad y buen funcionamiento de la democracia.
Este año 2020, en América Latina se llevarán a cabo tres elecciones presidenciales: Bolivia, Guyana y República Dominicana. En adición, Perú elegirá un nuevo Congreso, luego de que fuera disuelto por el presidente Martín Vizcarra y Chile se embarca en la aventura de renovar su Constitución. El presente es el mejor momento para que todos los candidatos defiendan estos principios y demuestren la legitimidad del proceso democrático.
EL CASO DE REPÚBLICA DOMINICANA
Dentro del contexto de estancamiento económico y democrático en que se encuentra América Latina, surge la pregunta de cuál es o son las razones de que las reacciones que se han dado o se dan en Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Puerto Rico, Nicaragua o Haití no se produzcan en República Dominicana. En ese sentido, entendemos que se dan tres condiciones o razones principales.
a) Razón política
La estabilidad política ha jugado un papel importante, y es que la negociación y los acuerdos políticos se han encaminado en el sistema político dominicano donde el partido gobernante y los partidos de la oposición han sabido ponerse de acuerdo, demostrando que pueden trabajar juntos, construir alianzas, a pesar de las diferencias para alcanzar los objetivos de interés nacional. Las elecciones generales en República Dominicana están pautadas para el próximo 17 de mayo, de donde saldrá el sucesor de Danilo Medina que ha servido dos periodos desde el 2012.
De las filas del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se presentará Gonzalo Castillo quien ganó las primarias celebradas en octubre del pasado año. El principal partido opositor, Partido Revolucionario Moderno (PRM) lleva como candidato al economista y empresario Luis Abinader. También pretende ir a la justa electoral Leonel Fernández (expresidente en tres ocasiones) que perdió en las primarias del PLD, tras lo cual, abandono el partido y creó la agrupación Fuerza del Pueblo (FP) con la cual busca participar.
b) Razón económica
El crecimiento económico anual de República Dominicana en el 2019 fue de 6.2%, lo que significa poco más de 14 veces el crecimiento promedio de la región que fue 0.43% para el mismo periodo. Expresando diversos analistas entre ellos el economista Guarocuya Félix, que el desempeño económico dominicano podría ser catalogado como una excepcionalidad. El también economista Temístocles Montas, exministro de Economía, Planificación y Desarrollo del Gobierno dominicano, ha expresado que el buen desempeño de la economía dominicana se fundamenta en las políticas económicas puestas en marcha por el gobierno dominicano que han creado un ambiente de credibilidad y confianza en el país.
c) Razón social
En lo social, se destaca la redistribución de la riqueza producida, con políticas públicas que llegan a la ciudadanía, mejorando el sistema educativo, el de salud, la seguridad, la protección social de los más vulnerables, y elevando la calidad de vida en forma sostenible. Todo esto ha conllevado a una articulación coherente entre las políticas económicas, las políticas sociales, las políticas ambientales y las iniciativas de transformación de la gestión pública.
En otras palabras, las políticas públicas sociales se han dirigido a elevar la calidad de vida, incrementar el capital humano y el capital social del país, y fortalecer el desarrollo de una ciudadanía activa.