¿Por qué no lo entienden?

¿Por qué no lo entienden?

Un político eficiente tiene como razón de ser la observación objetiva de la realidad social. Aquellos que amparados por las circunstancias y/o impulsados por la transitoriedad del poder creen posible andar en vía contraria de la agenda de la mayoría tienen garantizado el desprecio y desdén ciudadano. La época en que las mañas se podían imponer contra viento y marea se tornan insostenibles. De paso, los instrumentos de la modernidad articulados alrededor de las redes sociales, sectores de la sociedad civil y la agenda de intereses globales enfáticos con los deseos de transparentar la vida pública dificultan las complicidades históricas.
En la medida que la clase política se alejó de sus tareas esenciales, la reacción inmediata se asoció a grupos sociales que, en el terreno práctico, comenzaron a sustituir las organizaciones partidarias no porque la desplazarían electoralmente, sino que el reclamo de la calle se tornaba empático con el líder barrial o la autoridad religiosa que le acompañaba en sus requerimientos. Antes, los partidos servían de estimuladores de la demanda callejera, pero en la medida que sus cúpulas se burocratizaron pensando solamente en sus individuales abrieron las compuertas de nuevos actores sociales, muchos de ellos con mayor autoridad moral en sus comunidades que el clásico activista.
El paralelismo podría ser útil. Desde los indignados en los grandes centros financieros pasando por una primavera árabe decidida a democratizar sus instituciones, sumándole los brazos largos de la justicia persiguiendo delitos de corrupción en todo el continente y la capacidad de cerco y acoso demostrada por los puertorriqueños desplazando a Ricky Roselló de la gobernación de la Isla del Encanto, señalan el camino de cambios profundos en sociedades que la clase dirigente debe entender con mayor inteligencia el ritmo de transformaciones, ya no tan silenciosas y de consecuencias trascendentales.
El último ejercicio de confrontación de carácter político institucional construido respecto de los intentos por reformar la constitución y los caricaturescos deseos de habilitación hacia el año 2024 develan la vocación irresponsable de una parte del cuerpo de dirigentes nuestros que no se dan cuentan que la sociedad los observa y sus repentinos cambios sobre temas fundamentales obedecen a un acomodo insensato en el orden discursivo y señal inequívoca de dependencia con el poder como resultado de tratos y ventajas antes ocultas y puestas en el ojo ciudadano que los juzga terriblemente, desechándolos en el orden electoral y moralmente emitiendo sentencias por sus inconsistencias.
Cuando los peruanos se llenaban de entusiasmo al encontrar al sustituto de Haya de la Torre fueron a las urnas haciendo de Alán García un referente respetable. El poder lo dobló, perdió la compostura y hasta salió hacia un exilio indecoroso para volver al gobierno. Desafortunadamente, concluyó su vida con un balazo de vergüenza frente a una investigación que lo asociaba a recibir dinero de Odebrecht. No se puede olvidar, los latinoamericanos ayudaron con sus recursos a la victoria sandinista en julio de 1979. De aquello no queda nada, y su líder fundamental, es un calco del Somoza que dijo sustituir para mejorar Nicaragua. No tendría razones Chávez de levantarse de su tumba traumado por las locuras de un sustituto sin talento, que ha hecho de Venezuela una lamentable tragedia. El modelo financiero construido a sangre y violación de derechos humanos convenció a los chilenos de que la mejoría de su nivel de vida justificaba al monstruo de Pinochet. Sabían los estadounidenses que la fuerza electoral llegada de Arkansas combinaría 8 años de gestión económica excelente, y a la vez, disfrutaba del salón oval como un espacio de satisfacción sexual con una becaria.
Danilo Medina es un político instintivo. Y sus recientes fracasos no disminuyen su condición de dirigente con enorme talento estratégico. Lo que no calculó es que cada día se hace más cuesta arriba derrotar la voluntad ciudadana orientada en la defensa de lo que entiende justo. Esa traducción en el orden local no es exclusiva del primer mandatario sino a “otros” que no intuyen los cambios experimentados en la sociedad. ¿Por qué no lo entienden?

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