¿Por qué nos roban?

¿Por qué nos roban?

La muy socorrida sentencia de que el dominicano “pone candado después que le roban” adquiere verdadera actualidad y dimensión en estos tiempos de convulsión.

La sociedad vive momentos de incertidumbre, desprotegida como está ante la descomposición familiar y la insuficiente garantía de que no se corre peligro en las calles.

Estoy convencido de que gran parte de los asaltos y actos de ratería se deben a descuidos de la población. Muchas personas confían demasiado en una supuesta invulnerabilidad.

Nos creemos intocables, cuando en realidad todos estamos expuestos al vandalismo que campea por sus fueros por calles y avenidas, campos y ciudades.

En días recientes observé cómo desprevenidos ciudadanos se dejaban expuestos a un señor que, bulto en mano, se acerca a ofertar la limpieza de los faroles de los carros. ¿Confiados?

Usar los celulares desprevenidamente cuando se camina por cualquier vía, es de alto riesgo. Y he visto a muchos ciudadanos cometer tal imprudencia.

Hay familias que abandonan sus casas con frecuencia, y por tiempo extendido, pero olvidan dejar sus bienes protegidos adecuadamente. Exceso de confianza.

Es muy común en los conductores abrir las puertas de sus vehículos en lugares no vigilados, sin observar el entorno que le rodea. Es un desafío a la amenaza permanente de quienes viven al acecho de sus posibles víctimas.

El descuido es el aliado preferido del delincuente.

Si nos aferramos a la idea de que existe escasa vigilancia o prevención policial, sin adoptar las precauciones que los tiempos exigen, estamos perdidos.

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