El exPresidente de Ecuador Rodrigo Borja, en su Enciclopedia de la Política, curiosamente observa que paralelamente a la corrupción como realidad fáctica de muchos sistemas políticos, ha florecido el gran negocio de la “denuncia” contra la corrupción real o supuesta. Esta conducta es tan corrompida como cualquier otra. Es el próspero negocio político de la “moralización” con que ciertos pillastres pretenden movilizar en su beneficio voluntades políticas. Hay que estar en guardia contra esta nueva industria.

Pillastres locales han decidido desacreditar a la Primera Dama Margarita Cedeño de Fernández, publicando cosas que afectan su reputación, buena opinión y fama. Esas “denuncias” parecen integrar el arsenal mediático que apoya al candidato presidencial Hipólito Mejía. Es difícil desvincularlo de la  campaña.

Esa estrategia es cruel, consiste en encontrar un escándalo capaz de destruir la vida y la carrera de esta mujer joven, inteligente y triunfadora, cuyo único “delito” subyace en la  popularidad alcanzada debido a un efectivo trabajo social cumplido desde su Despacho de Primera Dama, que la catapultó hasta la candidatura vicepresidencial  del PLD.  A la nominación ella llegó con una reputación sólida, que le dio más presencia y acaso exageró sus puntos fuertes sin tener que gastar demasiada energía. Reputación sencilla, centro de su eficacia, convertida en tarjeta que anuncia su presencia y coloca a los demás bajo su hechizo. Dentro de ese contexto surge la ola difamatoria desatada con la denuncia del comunicador Marcos Martínez, atribuyéndole una supuesta cuenta multimillonaria.  Ella ha reaccionado con dignidad,  consciente de que está sólidamente establecida, poniendo la acusación en manos de sus abogados. En el ínterin, tres firmas encuestadoras –Benenson, Asisa y Hamilton Staff- colocaron esta semana al binomio Danilo-Margarita en la preferencia electoral hasta con 6 puntos por encima de Mejía, reiterando la tendencia alcista de los últimos meses. Por eso quieren destruir a Margarita.