Por: Juan Francisco Alonso
La Tierra es la nave que nos lleva en un viaje trepidante por el cosmos. El planeta se desplaza a 107.280 kilómetros por hora alrededor del Sol. Y rota sobre su eje a unos 1.666 kilómetros por hora en el ecuador.
Entonces, ¿por qué no sentimos que vamos sobre un bólido sideral?
Constancia e inercia
Para entender este fenómeno, la astrofísica chilena Javiera Rey nos da un ejemplo.
“Imagina que vas en un avión», dice Rey, cofundadora de Star Tres, una iniciativa que divulga conocimientos científicos en América Latina.
«Cuando el avión alcanza la velocidad de crucero no te percatas de que te estás moviendo, te puedes parar y caminar”.
Así, cuando el avión se mantiene en una velocidad constante se siente casi como si estuviera quieto.
Igual pasa con la Tierra, como viaja a una velocidad constante parece como si en realidad no estuviera surcando el cosmos.
Todo lo que está sobre la Tierra, incluidos los humanos, viajamos a esa misma velocidad constante, giramos con el planeta, por eso no sentimos el movimiento.
Pero hay otros elementos clave.
La otra fuerza que también juega
La gravedad también ayuda a explicar por qué no sentimos el giro de la Tierra.
“Piensa que vas en un automóvil de Fórmula 1 y que te mueves en línea recta a una velocidad constante», dice Solmar Varela, física teórica y divulgadora científica de la Universidad Central de Venezuela.
«En ese momento no sentirás que el vehículo se mueve, pero al llegar a una curva sentirás que una fuerza te empuja hacia el lado opuesto de la curva, como si tratara de empujarte fuera del auto”, explica Varela.
“La razón por la que no sales disparado del auto es porque usas cinturón de seguridad «, indica.
Igual pasa con nuestro planeta. Cuando gira, se genera una una fuerza centrífuga que, en teoría, nos haría salir disparados hacia el espacio.
Lo que ocurre, sin embargo, es que la gravedad de la Tierra es mucho más fuerte que esa fuerza centrífuga, por eso nos mantenemos pegados al planeta.
«La gravedad actúa como el cinturón de seguridad del auto”, indica Varela.
El movimiento es relativo
Sentir que la Tierra no se mueve fue una de las razones por las que durante siglos se creyó que nuestro planeta era el centro del universo.
“Durante mucho tiempo se creyó la Tierra era el centro del cosmos, porque cuando la gente miraba al cielo veía que las estrellas eran las que se movían”, explica la astrofísica venezolana Miriam Rengel, investigadora del Instituto Max Planck de Investigación del Sistema Solar, en Alemania.
“Pero esto cambió cuando Nicolás Copérnico y Johannes Kepler desarrollaron el modelo heliocéntrico y Galileo descubrió las cuatro lunas de Júpiter y vio que eran los planetas los que se movían alrededor del Sol», indica Rengel.
Los defensores del geocentrismo sostenían que si el planeta se moviera lo sentiríamos y que si arrojáramos un objeto desde un sitio alto, no caería en la base, sino detrás.
Pero Galileo halló la manera de refutar esto.
Hizo unos experimentos en un barco que navegaba a velocidad constante en un mar en calma y vertía una gota en un recipiente.
Ahí notó que, aunque el barco avanzaba, las gotas siempre caían dentro del recipiente.
«Con esto demostró que todo depende de dónde estamos”, dice Rengel.
Así, Galileo fue el primero en formular el principio de relatividad.
Habituados y preparados
Otra razón por la que no somos capaces de percibir el movimientode la Tierra es que simplemente ya estamos habituados.
“Estamos acostumbrados a este movimiento desde el nacimiento”, explica Marta Ábalos, profesora de Física de la Tierra de la Universidad Complutense de Madrid.
Por su parte, Rey indica que el sistema auditivo de los seres vivos se adaptó para evitar que el movimiento del planeta nos genere mareos, por ejemplo.
Asimismo, el hecho de que la atmósfera se mueva con la Tierra casi a su misma velocidad también influye.
“Como la capa de aire que rodea la Tierra rota prácticamente a la misma velocidad, no sentimos ningún ‘viento’ debido al giro de la Tierra”, explica Ábalos.
Además, indica Rey, el movimiento del planeta no genera ningún viento porque “el espacio está prácticamente vacío”.