Desgraciadamente sólo una minoría de ciudadanos vota pensando en el interés nacional. La mayoría vota para premiar o castigar a los candidatos y sus organizaciones. En la actual contienda, por un lado, se plantea castigar a los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) por su gestión manchada de una rampante corrupción y premiar al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con una nueva oportunidad para gobernar al país y, por el otro, continuar castigando al PRD y su candidato por el negativo balance de su gestión de hace ocho años, premiando al PLD con su permanencia en el poder.
Sed justos lo primero diría el prócer, y no parece justicia seguir castigando al PRD mientras se premia a los dirigentes peledeístas estimulando la depredación del erario usando esos mismos recursos para comprar conciencias y enmascarar la voluntad popular. Es más probable que quien ha sido castigado no repita sus errores, mientras que quien comete delito y se le premia, multiplica con arrogancia sus inconductas. Lo justo es: A igual delito, igual castigo.
Alrededor de un 30% de electores se abstendrán por calificar de igualmente malos a los dos potenciales ganadores y si la diferencia real entre los dos es de 5 a 10% los abstencionistas o indiferentes podrían decidir quién ganará.
Recordemos que solamente se elige al Ejecutivo, uno solo de los poderes del Estado, pues los demás continuarán en manos del PLD y es necesario lograr algún equilibrio político e institucional en nuestro país. Me desagrada la idea de votar por Hipólito Mejía, pero me desagrada muchísimo más dejar sin castigo o premiar a los corruptos dirigentes del PLD.