Mentirillas como: sí, mami yo me bañé; ya terminé mis tareas; síiii, me comí todos los vegetales. ¡Mentira! Los tiró al zafacón. ¿Cogiste… que estaba en la nevera? No, mami, no fui yo.
En principio, y si no se hace un hábito en los niños, estas pequeñas mentiras podrían pasar desapercibidas a los ojos de los padres; sin embargo, si se tornan muy frecuentes y no se observan cambios, sino que, por el contrario, se incrementan, es tiempo de poner atención.
Buscando respuestas al por qué de las mentiras de los niños, ¡Vivir! pidió la opinión de una especialista del área de la conducta, Roxana Ginnette González, psicóloga clínica e infanto juvenil, psicomotricista, terapeuta de pareja y familia e hipnoterapeuta del Centro Vida y Familia Ana Simó.
Lo primero que nos cuenta la especialista Roxana G. González es que existen varios factores que pueden llevar a los niños mentir, entre los que menciona: que el niño tenga miedo, que sepa que si dice la verdad estará en problemas, o que se esté desarrollando en un ambiente en el que la mentira esté presente, tanto de parte de sus padres como de los demás miembros a su alrededor, y él copie la misma conducta.
Otras causas. La psicóloga clínica y psicoterapeuta infantil y de pareja añade que los niños mienten también porque quieren salirse con la suya, algunas veces por satisfacer o complacer a sus padres, y el peor -y último caso- por una patología conductual.
El momento idóneo para buscar la ayuda profesional. Roxana González recomienda que inmediatamente los padres observen que las mentiras son muy frecuentes, y que después de hablarle y darle buen ejemplo, estos siguen con esta mala conducta, deben buscar ayuda.
Estos niños generalmente presentan algún malestar, inestabilidad emocional y problemas de autoestima, afirma la especialista, quien comenta: Las mentiras patológicas me recuerdan a Pinocho; de hecho se habla del síndrome de Pinocho, (cuando mienten e incluso de creen lo que dicen) dice Roxana González.
Cuándo hay que catalogar las mentiras de los niños como patológicas. Estas toman esa categoría cuando afectan el desenvolvimiento del niño, cuando el niño las usa de manera compulsiva y se vuelven un hábito, al punto que puede mentir sin ningún motivo, precisa.
Hay casos en los que el niño no logra diferenciar entre la realidad y la fantasía de sus mentiras. Puede deberse a que éstos presentan conflictos emocionales y escogen esta conducta como una manera de auto engañarse.
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¿Un niño mentiroso puede seguir siéndolo de adolescente y de adulto?
Sí, explica Roxana G. González. Si esto se vuelve una compulsión, que con el tiempo toma una forma mayor, el pequeño Pinocho se convertirá en un adulto Pinocho.
¿Cómo tratar a un niño mentiroso? Se recomienda que lo primero es enseñarle con el ejemplo correcto e investigar con ayuda psicológica qué está pasando, qué lo está llevando a mentir. Según la especialista, después de los 7 años de edad las mentiras se pueden dar de manera frecuente, pero debe tenerse mucho cuidado con la diferencia entre las mentiras y las fantasías del niño, ya que en ocasiones los adultos podrían pensar que está mintiendo, pero a lo mejor sólo está usando su fantasía.