Por temor a que falte la autoridad

Por temor a que falte la autoridad

TEÓFILO QUICO TABAR
La descomposición social y moral que se viene produciendo desde hace tiempo en el país, cosa que no se puede ocultar, que ya nadie discute y casi se acepta como una realidad natural, lo que ha empujado a la sociedad de diferentes maneras irse adaptando o ajustando a esa situación, tendrá definitivamente un desenlace mucho más trágico en la medida en que aumente la confabulación entre los sectores de poder, que como hemos expresado en ocasiones anteriores, han creado mundos especiales enclaustrados que les impiden ver el resto de la realidad nacional.

Y esa descomposición que a su vez crea, empuja y propicia acciones cada vez más apartadas de los tradicionales patrones de conducta de los dominicanos, tanto en las ciudades como en lugares más apartados, corren el peligro de convertirse en insostenibles e incontrolables, en la medida en que por cuestiones de comportamiento, dejadez, ignorancia o falta de responsabilidad de los dirigentes, disminuya la autoridad y aumente la incertidumbre.

Los dirigentes de todas las esferas tienen que producir un auto-sacudimiento conductual que los sintonice con las realidades que se viven en los diferentes mundos y sub-mundos que habitan en el país, antes de que el sacudimiento se produzca desde abajo y rompa, ya no solo con los tradicionales patrones de conducta de los dominicanos, que cada vez se alejan, sino con todos los esquemas que les permiten precisamente a esos grupos privilegiados disfrutar sus bonanzas y alcanzar mayores fortunas.  En la medida en que aumentan las acciones sin control y la sociedad se revuelca en medio del lodazal de un supuesto avance y un modernismo que desenfrena conductas, en esa misma medida se puede afirmar que las autoridades y los liderazgos pierden calidad moral. El crecimiento de la delincuencia, del desorden, de la perversión, es proporcional a la pérdida de autoridad de toda la cúpula, léase bien, lamentablemente de toda. Hay por tanto que recoger velas, analizar comportamientos y volver cada quien a sus lugares de descanso y de labores.

Concomitantemente con el crecimiento del desorden y la delincuencia, en el país se ha producido una distorsión del papel que deben jugar los diferentes sectores conductores de la sociedad. Ha habido una intervención de unos y de otros. Se ha producido un maridaje que en cierto modo ha desorientado al resto de la sociedad, que ve cómo se entremezclan, cómo se asocian y cómo se confabulan y enriquecen.

Para una parte importante del pueblo ya no hay muchas diferencias entre orientadores religiosos y empresarios. Entre analistas y comerciantes. Entre sindicalistas y políticos. Entre políticos y cada uno de los otros sectores. Los grupos llamados independientes actúan igual que los demás, pues se han cruzado con los empresarios, con los religiosos, con los políticos, con todos, formándose una especie de sociedad única de intenciones.

Especialmente los partidos y los religiosos tienen que reorientar sus esfuerzos, sus programas y sus objetivos, pues son los que mayor influencia y responsabilidad tienen frente al país. Los demás grupos o sectores no son tan influyentes, pero ante la ausencia de los otros, han aumentado su radio de acción, incluso han sustituido algunos papeles que no les están dados ni legal ni constitucionalmente.

La dirigencia nacional es la gran responsable del deterioro moral, de la falta de atención a los problemas básicos, del abandono a cosas importantes y primarias que se produce en el país, porque lo que más les importa son sus propios asuntos, así como mantener protagonismo como peldaño para escalar, y como consecuencia de ello, el estado de inestabilidad que se vive en casi todo el país.

Si las conductas de los muchachos no se corrigen con pelas, sino con las correcciones ejemplarizadoras de los padres y los maestros, tampoco las malas conductas de la sociedad se curan con palos, balas, motores o militares, sino con las correcciones ejemplarizadoras de los dirigentes y los llamados líderes que se han constituido en cúpula cosechadora de oportunidades. Con la autoridad que da un ejercicio sano, puro, equilibrado y ajustado a las responsabilidades que cada uno de ellos tiene, no arrebatándose la bola cuando conviene, o pasándosela al otro irresponsablemente.
Tabasa1@hotmail.com

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