En 1954 la Asamblea General recomendó que todos los países instituyeran el Día Universal del Niño, fecha que se dedicaría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero y se destinaría a actividades para promover el bienestar. Es por eso, que el pasado 20 de noviembre estuvimos conmemorando el día que marca la fecha en que la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.

Han transcurrido más de veinte años desde que se aprobó dicha Convención y casi todos los países del mundo la han ratificado, convirtiéndose así en el instrumento de Derechos Humanos más ampliamente refrendado en la historia de la humanidad. Desgraciadamente se siguen violando diariamente los derechos de millones de niños y niñas y, por lo tanto, todas las instituciones públicas y privadas, por un lado, y la sociedad civil, por otro, deben responder a este reto y seguir luchado para que la Convención se convierta en una realidad.

La Convención enfatiza en la responsabilidad primordial de la familia con lo que respecta a la protección y a la asistencia; también en la necesidad de una protección jurídica y no jurídica de los niños; así como en la importancia del respeto a los valores culturales de la comunidad del niño o la niña; y el papel crucial de la cooperación internacional para que sus derechos se hagan realidad.

A pesar de otros males y  decadencias que abaten nuestro país (como a otros) hay algo que me ha gustado mucho y que encuentro sumamente instructivo y necesario; es la Campaña Nacional por una Sociedad en Valores, denominada “¡Bien por ti!”, auspiciada por la Primera Dama, Margarita Cedeño de Fernández, la cual aboga por el rescate de los valores morales, éticos y espirituales para vencer el desorden, la violencia, la impunidad, el afán desmedido de lucro, el crimen organizado y otras patologías sociales que encuentran asilo en la pobreza, la inequidad y, sobre todo, en los falsos modelos de éxito.

 “Bien por ti” consiste en promover un valor diferente cada mes,   tales como el arte, la cultura, el deporte, la lectura,  formación humana, actividades recreativas, competencias y concursos desde diferentes instituciones, con el fin de suscitar una cultura de buen comportamiento e interacción en la población, en el plano familiar, social, político y económico, que tanto necesitamos.