Por un cambio ciudadano

Por un cambio ciudadano

Para la elección del nuevo gobierno, la mayoría de los electores decidimos apostar por el discurso del hoy presidente Luis Abinader, en el que prometía una nueva etapa política sintetizada en el slogan “¡El cambio va!”, el cual ha comenzado a llegar más rápido que la esperanza y las expectativas creadas.

Un ministerio público independiente, hacer cumplir la declaración de bienes, un equipo de funcionarios capaz que ha comenzado a trabajar sin estridencias, el manejo adecuado del Covid-19, la reactivación económica, el retiro de un exceso de generales, etc., todo esto adornado por las cualidades de sencillez, seguridad, trabajo continuo pero sin prisa del señor presidente de la República, con la sobrada humildad de reconocer y enmendar los errores.

Así como fuimos ciudadanos activos procurando cambiar la situación insoportable desde el punto de vista político y social a través de Marcha Verde, cacerolazos, Plaza de la Bandera, etc., ahora nos corresponde continuar vigilantes, pero más que nada cambiar nosotros mismos y comenzar a comportarnos como los ciudadanos del país que queremos. No podemos pretender que el gobierno lo podrá todo sin el concurso nuestro.

En este artículo me dirijo de manera especial a los integrantes de las clases media alta y muy alta, sin olvidarme de las demás, pues como se conoce en marketing y publicidad, si los de más alto poder económico marcan la tendencia, por imitación, snob o lo que usted quiera agregar, los demás se sumarán. Lo que no podemos pretender es que los dueños de carros de lujo irrespeten las normas de tránsito y exigirle a los choferes de carros públicos que las cumplan.

La corrupción no se genera sola, para que se produzca necesariamente tiene que haber un corruptor y/o cómplice, además, es  lamentable que muchos se enteren de su existencia y su entramado y se hagan de la vista gorda. No es de ambientes extraterrestres, pero en lugares públicos hay quienes dicen haber incurrido en ese delito y estar dispuestos a hacerlo nueva vez.

Esto se da en el gobierno y en la empresa privada, con pago de porcentajes de los contratos adjudicados o dádivas que muchas veces se manifiestan en extraordinarios regalos de Navidad y cumpleaños.

No hacemos mucho con alegrarnos por los primeros resultados de la Operación Anti-pulpo si no estamos dispuestos a modificar nuestro comportamiento ciudadano, desde lo más elemental que es respetar el orden en una fila para acceder a cualquier lugar, uso correcto de las mascarillas como parte de esta nueva realidad, a situaciones más complejas como realizar negocios prevalidos de la buena fe, siempre con un alto contenido ético.

Parece que Operación Anti-pulpo nos mantendrá en vilo en ese proceso de desenredar el bollo de la corrupción de los gobiernos del PLD, y de todo el que haya realizado actos de corrupción, pues por lo que dijeron los imputados, no hemos visto ni la punta del iceberg, solo un espejismo.

Tengamos presente que Sund Land, Odebrechet y mil diabluras que desconocemos son parte de los entramados corruptos de la peor pesadilla que hemos vivido en nuestra vida democrática reciente.

Revertir esas conductas y que los responsables sean castigados como la Ley indica, tendrá que contar con el concurso ciudadano, pero tan importante como eso, es que comencemos a actuar como los ciudadanos del país que queremos, para nosotros y nuestros hijos.

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