Por un diálogo comercio-DGII

Por un diálogo comercio-DGII

Una parte del comercio se opone a la instalación de las impresoras fiscales, que con mucha anticipación pautó la DGII. Como medida de fuerza, los comerciantes organizados han paralizado sus actividades en San Francisco de Macorís, Salcedo, Cotuí, Nagua y Baní, y tienen en agenda medidas similares para otras localidades. En algunas comunidades la paralización comercial ha inducido ausentismo en las escuelas y afectado la producción y a los consumidores.

Un Estado necesita dinero para mantener todos los servicios públicos, ejecutar obras y cumplir numerosas obligaciones. Una buena parte de ese dinero proviene de las recaudaciones fiscales, de los impuestos que pagan los ciudadanos y razones sociales. Las impresoras fiscales son una herramienta necesaria en la administración y transparencia de los tributos, sobre todo en un país con tan alta proporción de informalidad de la economía.

Los comerciantes hacen muy mal con paralizar sus labores. Si entienden que la instalación les acarrea costos que no pueden cubrir, que dialoguen con la DGII en procura de facilidades. Oponerse a la instalación de las impresoras es procurar un privilegio que no han tenido otros comerciantes, en cuyos establecimientos funcionan estos aparatos, como había sido acordado. Hay que deponer la fuerza y negociar una salida.

SÍNDROME DE DESEQUILIBRIO

Mientras el PLD se prepara para elegir mañana 168 nuevos miembros para su Comité Central y una militancia entusiasmada y dispuesta se une en torno a este evento tan importante para la vida de su organización, en el PRD, del que el partido en el poder nació como un desprendimiento, el germen de la división, alimentado por las ambiciones de dominio, coloca a ese partido más cerca del despeñadero.

Estas ocurrencias tienen una traumática lectura. Por un lado, está en riesgo de atomización uno de los pilares de nuestra democracia, una vieja gloria de las luchas libertarias, y por otro lado la democracia, que ese PRD ayudó a forjar, queda más a merced de un unipartidismo tan indeseable como cualquier pérdida del equilibrio social. La balanza democrática queda cada vez más coja por falta de oposición vigorosa. En estas circunstancias, el PLD se transforma en coloso y el PRD en entelequia.

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